Paulino Rivero y la nueva estrategia
Por Antonio Coll
La nueva estrategia planteada por el presidente, Paulino Rivero, de exigir la titularidad para la Comunidad Autónoma de Canarias, de los recursos petrolíferos y gasístico, en caso de hallarse, me parece el camino más recto para obtener unas negociaciones más fluidas con el Estado Español y la propia compañía Repsol. La estrategia del Gobierno de Canarias y algunos cabildos, de orquestar una campaña contra las prospecciones, tenía todas las cartas marcadas para ir directamente al fracaso. Dramatizando un debate de efecto medioambiental e intereses turísticos, se presentaba ante la sociedad canaria sin mucho rigor y con ingredientes populistas y fines electorales.
Dice el refrán “nunca es tarde si la dicha es buena”. Ahora, La recapacitación del Presidente Rivero de emprender una batalla no beligerante, encaminada a debatir sobre la propiedad del posible hallazgo de hidrocarburos en aguas “jurisdiccionales canarias”, abre un panorama más alentador y, estoy seguro, con más respaldo popular, en la sociedad canaria. Es obvio que se ha perdido mucho tiempo con campañas propagandísticas, con deficiente visión, en la estrategia negociadora de conseguir unos derechos legítimos sobre las competencias en las aguas del archipiélago canario. Naturalmente para conquistar el control de las aguas jurisdiccionales, es necesario llevar el debate al Senado y Congreso Español, así como a otros organismos internacionales. Yo aquí no abogo por reivindicaciones independentistas porque supondría el camino más largo y lleno de incertidumbres. Buscar fórmulas pragmáticas que desemboque en un debate abierto, reformando la Constitución Española vigente, se podría encontrar soluciones políticas fructíferas para el futuro de Canarias. Parece baladí, pero no lo es. En el actual Reino de España, la integridad territorial, tal como se configura en las leyes vigentes, puede tener cambios significativos, sin que ello conlleve a trágicos destinos. Las épocas cambian y los pueblos también. Aspirar a un reino federal, donde determinadas comunidades autónomas, como la de Canarias, se les concedieran competencias especiales, similar a un estado asociado, no lo veo descabellado. En el caso que nos ocupa, sería beneficioso para las islas ya que obtendría el 50% de legitimidad hasta la mediana que separa al Reino de Marruecos.
Buscar la estabilidad económica y social en las Islas Canarias será una tarea ardua y larga en el tiempo. Pero la realidad se impone ante la quiebra del mismo sistema económico, político y social reinante
La nueva estrategia de Paulino Rivero, presentada en el Parlamento de Canarias, es la más correcta de las posibles. Reivindicar la potestad de las aguas jurisdiccionales y territoriales, sobre todo, en los recursos que se puede obtener, me parece la línea más recta, ante un problema de gran envergadura. Y para Repsol, nada cambiaría, en el supuesto caso futurista de la implantación de un estado asociado especial en Canarias. Sólo cambiaría el interlocutor.