Cuento: El Regalo Olvidado
Juani Alemán Hernández
En un pequeño pueblo, en una casa decorada con luces brillantes y adornos relucientes, vivía un niño llamado Tomás. Como todos los años, su familia había preparado todo para la Navidad: el árbol de Navidad estaba lleno de regalos envueltos con papeles coloridos, la mesa de la cena rebosaba de manjares deliciosos, y las luces de la casa parpadeaban alegremente en la noche fría.
Pero Tomás no podía dejar de sentirse vacío, como si algo faltara, algo mucho más importante que todos los juguetes, las ropas nuevas o los dulces. Había recibido muchos regalos en su vida, pero no sentía el calor del abrazo de su madre, ni el tiempo de su padre, ni las sonrisas de sus hermanos cuando jugaban juntos. En lugar de eso, sentía que sus padres estaban más preocupados por dar cosas que por dar amor.
Una noche de Navidad, mientras todos dormían, Tomás salió al jardín y miró al cielo estrellado. Sus ojos se llenaron de lágrimas, no por lo que no tenía, sino por lo que no había sentido. "¿Por qué los adultos no entienden?", pensó. "¿Por qué me dan tantas cosas, pero nunca su tiempo ni su cariño?"
De repente, algo extraño sucedió. Un pequeño espíritu apareció ante él, flotando en el aire con una luz suave y cálida. "¿Por qué lloras, pequeño Tomás?", preguntó el espíritu con voz suave.
Tomás le contó su tristeza, cómo sentía que, aunque su casa estaba llena de cosas, su corazón estaba vacío. "Mis padres me dan regalos, pero me falta lo que más necesito: su amor, su tiempo, sus palabras amables."
El espíritu sonrió y le dijo: "A veces las personas no se dan cuenta de que lo más importante no se puede envolver en papel ni se puede comprar. El amor verdadero no se mide en cosas materiales. Se mide en la paciencia, en los abrazos, en las risas compartidas y en el tiempo que se pasa juntos."
El espíritu entonces le ofreció un regalo especial: una pequeña caja que parecía vacía. "Este regalo es para ti, Tomás. Es el regalo que más necesitas y que más puedes dar. Pero solo se abrirá cuando comprendas lo que realmente importa."
Tomás miró la caja con curiosidad y la sostuvo en sus manos. "¿Cómo puedo abrirla?", preguntó.
"Solo abre tu corazón", respondió el espíritu, "y verás cómo el amor transforma todo a tu alrededor."
Esa noche, Tomás entendió algo muy importante. Al día siguiente, en lugar de pedir más regalos materiales, pasó el día con su familia, escuchando y hablando con ellos, abrazándolos y mostrando cariño. Poco a poco, su corazón se fue llenando de una felicidad que no dependía de cosas, sino de amor.
Esa Navidad, Tomás no necesitó más regalos. Había encontrado lo que siempre había buscado: el verdadero espíritu de la Navidad, un regalo que no se envuelve en papel, pero que se lleva siempre en el corazón.
Yo, personalmente hoy desearía el abrazo de mis padres, cerrando los ojos y oliendo su amor. Juani Alemán Hernández