Nunca las segundas partes fueron buenas
No puede servir de excusa el "pinchazo" de las manifestaciones convocadas en algunas islas por el disperso colectivo ecologista ‘Canarias tiene un límite’ el pasado domingo día 20 de Octubre en diversas zonas turísticas, para que las autoridades crean que no existen o que haya desaparecido una inquietud que cada vez es mayor en la sociedad canaria, convencida de que algo hay que hacer para afrontar los retos del crecimiento a los que se enfrenta Canarias. Así como combatir también algunas debilidades como la pobreza que casi ya es estructural en Canarias, además de otros muchos de los problemas que nos aquejan.
Seguramente el hecho de que Canarias siga siendo, junto con Andalucía y Extremadura, una de las comunidades más pobres del Estado español se debe a varios factores, que no es este el momento de tratar, pero echarle la culpa directa al Turismo no sólo es desenfocar el problema sino mentir y pegarnos un tiro en nuestro propio pie.
El Turismo hay que verlo como una oportunidad, de hecho, como la única actividad económica central y motor capaz de sacar adelante las islas, generando beneficios que puedan irradiar a la mayor parte de la población. Parando en seco el crecimiento como piden los manifestantes, lo único que provocarán es que los más pobres, lo sean más aún. Ni siquiera podrán beneficiarse tanto de las ayudas sociales al restarle ingresos a las arcas públicas que se alimentan principalmente de los impuestos que genera directa o indirectamente el Turismo.
Las segundas partes nunca suelen ser buenas, a excepción de "El Padrino" de Frank Coppola, como suele decirse. El movimiento cívico (algo incívico y radicalizado en Tenerife) de ‘Canarias tiene un límite’ pecó de cierta soberbia escénica no exenta de estulticia en vista del éxito social obtenido en la primera "manifa". Pretender que 8 meses después de la manifestación de abril el Gobierno de Canarias formado por CC-PP- ASG, que sólo lleva un año y medio escaso en el Ejecutivo, resolviera la mayoría de los problemas detectados en las islas cuando estos son estructurales, no sólo es ingenuidad, también hay algo de maldad y de política.
Canarias necesita soluciones a muchos problemas; ¿se resuelven con un parón en seco? ¿qué daños colaterales traería ese frenazo para la economía? ¿serían los empresarios los más perjudicados o quizás, como siempre, las familias más desfavorecidas?
Resulta cómodo y fácil soltar eslóganes contra el turismo y el modelo turístico, más difícil en cambio es ofrecer alternativas viables. Y cómo los organizadores lo saben mezclan todos los problemas que tenemos, de vivienda (como lo tiene el resto de España) o el mal uso de los espacios protegidos, y los presentan como problemas generados sólo por los turistas. Como resulta llamativo por desafortunado que los problemas de abastecimiento del agua en los núcleos rurales lanzaroteños se achaquen (cómo no) al turista cuando el problema surge de la mala gestión política de hace años de la empresa pública Inalsa que la incompetencia la llevó a la ruina. En lugar de exigir agua para todos, simplificamos la ecuación al echar la culpa al Turista.
Está claro que hay una población que no sabe los motivos por los que se manifiesta realmente, pero cree que hay que manifestarse por algo. Menos aún saben los problemas que se generarían si de adoptasen algunas de las medidas del batiburrillo de propuestas y "soluciones mágicas" para que Canarias siguiera siendo el paraíso que ya no es. Lo único cierto es que hay un cambio de paradigma en Canarias y que hay que hacer muchas cosas a la vez para atacar los problemas no deseados de un crecimiento que, siendo positivo en general, ha traído nuevos dilemas. La única cosa clara es que llamando hediondos a los turistas, como reza una pancarta en Playa de Las Américas, no se resuelve nada. Eso sí, indica el grado de estupidez alcanzado por algunos, por suerte, pocos.