Con Costas hemos topado
La relación amor-odio que siempre se ha tenido en Canarias, y particularmente en Lanzarote, con Costas-Madrid, ha sido históricamente complicada, tanto desde el ámbito de lo público como de lo privado. Un organismo que se tendría que ver como un amigo que cuida de un bien tan valioso como nuestro litoral, por su lentitud administrativa y por los enredos jurídicos que genera, se percibe como un departamento que, en lugar de buscar soluciones a los problemas, los complica hasta rozar lo absurdo.
Después de años de espera, Canarias adquirió las competencias de Costas el 1 de enero de 2023, pero algunos consideran que no fue otra cosa que un engaño más de Madrid , o al menos un traspaso decepcionante por las expectativas que nos habíamos hecho en las islas. Al final, esas competencias que se vieron obligados a darnos con cierto enfado, tras muchas reuniones, y en cumplimiento del Estatuto de Canarias no han servido para acercar Costas a los canarios. Madrid se quedó con lo mollar y a Canarias sólo le dejó con el derecho a decidir dónde poner las sombrillas y las hamacas, exagerando un poco.
De hecho, al Gobierno de Canarias no le ha quedado más remedio que acudir al Constitucional para reclamar que se respete el traspaso real de las competencias. No hay más que ver el famoso caso de los nuevos deslindes y cómo afectan a los hoteles de Fuerteventura y los núcleos costeros de las islas, en el caso de Lanzarote, Tenesa, El Golfo y Playa Quemada, entre otros.
En Arrecife llevamos años esperando por la restauración del Puente de las Bolas y su camino, que se encuentra en un estado deplorable y del Parqué José Ramírez Cerda. Costas enviaba hace unos meses un escrito al Ayuntamiento de Arrecife advirtiendo que todos los permisos que se están pidiendo con el fin de restaurar los mencionados bienes históricos no se pueden otorgar. Que no pueden mover una piedra hasta que se apruebe el deslinde. El absurdo absoluto es que llevamos cinco años esperando esas obras de reforma, y hemos pedido todo tipo de permisos para ello. En 2021, Arrecife encargó al Cabildo de Lanzarote el proyecto de rehabilitación del puente de Las Bolas. Cuando el Cabildo pide permiso a Costas, después de meses, exigen que el permiso lo pida el Ayuntamiento. Tras varios años de inacción, ya se han pedido los permisos, pero ahora Costas sale con lo del deslinde… es decir, la pescadilla que se muerde la cola. Burocracia por doquier, pero las obras no se hacen y el Puente de las Bolas está cada vez en peor estado, al igual que el camino al Castillo y el parque…
Esto es lo más ridículo de la burocracia porque el deslinde no va a afectar en nada, ni al puente, ni al parque, que también tiene listo el proyecto. En definitiva, parece evidente que Costas más que proteger, desprotege. Estamos hablando de uno de los bienes culturales más importantes de la isla, un icono que data del siglo XVI. Así como quieren que le tengamos cariño a Costas. Lo dicho: con Costas hemos topado.