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¿A quién le importa el crecimiento turístico?

 

  • Lancelot Digital
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    Se acaba 2023 y el turismo batirá un récord de ingresos. Es una buena noticia que el vigor y la salud del principal sector económico de la Isla siga bien. De ello, no nos engañemos, depende la casi totalidad de los 160 mil habitantes que residen en la isla. Y debemos estar contentos de que Lanzarote haya encontrado una actividad económica que ha permitido consolidar una clase media y media alta importante, sin olvidar y lamentar que en los últimos años también se haya incrementado el número de trabajadores ‘pobres’. Personas que tienen trabajo pero que no pueden llegar a fin de mes, entre otras cosas por la inflación y el encarecimiento del alquiler de las viviendas en sus zonas de trabajo, realmente ya en toda Lanzarote.

     

    Esos buenos números de entrada de turistas, recuperando cifras prepandémicas, no deben permitirnos olvidar los ejercicios y asignaturas pendientes de Lanzarote. Dos de ellas son improrrogables. Una la adecuación de las infraestructuras básicas, como las de la producción de agua potable y canalizaciones de aguas residuales y pluviales. Y dos, la descarbonización de la isla con la implantación de nuevos parque eólicos y fotovoltaicos, paralizada en los últimos 4 cuatro años, por la falta de interés político del anterior grupo de gobierno liderado por la socialista Dolores Corujo, que creyó mejor parar y contaminar más antes de darle el negocio a la iniciativa privada. Lo peor es que tampoco se consiguió meter ni un kilovatio nuevo de energía verde bajo control público. Más bien, se perdió "potencia eólica" con el desastre del parque eólico de Los Valles, donde la mitad de los molinos estuvieron fuera de servicio muchos meses por falta de mantenimiento.

     

    Más le valdría al nuevo poder de Lanzarote ponerse las pilas en esas materias porque cuatro años se pasan volando y si no que se lo pregunten al equipo de Dolores Corujo, que todavía no se ha recuperado del bofetón recibidos en las urnas. Cuando fueron a presentar la lista de obras y actuaciones importantes en materia de agua, carreteras o energías verdes no pudieron rellenar ni medio folio. Se dieron cuenta entonces que unas no se habían realizado por falta de interés, otras por la férrea burocracia y, unas terceras, porque sencillamente no apostaban por ellas. Se entretuvieron más tiempo en demoler la obra del odiado Pedro San Ginés que en trabajar por Lanzarote.

     

    Ahora los socialistas regresan a la guerra del crecimiento turístico, interesándoles más la guerra que el crecimiento. ¿Podían ellos haber hecho algo en los cuatro años que gobernaban, como aprobar un nuevo Plan Insular de Lanzarote, por ejemplo? Lo cierto es que hicieron todo lo contrario meter primero en la gaveta el casi finalizado de Ezquiaga para posteriormente anularlo definitivamente, tirando a la basura miles de horas de trabajo y miles de euros de todos nosotros. Nunca creyeron en ese plan y prefirieron mantener vivo el viejo de Prat, a pesar de que ha sido ese amado documento urbanístico el que ha permitido el desarrollo actual de camas hoteleras y otras casi 15 mil que están por construir bajo la legalidad ese Plan. Ni falta hace decir que fue en el mandato de Dolores Corujo cuando se construyó el hotel más grande de Lanzarote, recientemente inaugurado en Playa Blanca. Como auténticos fariseos, seguidores de una secta judaica que aparentaba rigor moral y obligada austeridad exigida a los demás, para ellos luego hacer lo que más les interesaba. Lo cierto es que obligan a los otros a que frenen el crecimiento cuando nada hicieron ellos en la práctica.

     

    El peligro no es que haya un debate sereno sobre cómo crecer y cómo impedir que se crezca mal. El peligro es que se busque el jaleo político, el enredo, para no llegar a la resolución del problema. La mayoría apostamos por renovar y mejorar la oferta, más allá de las ocurrentes iniciativas tipo "moratorias turísticas" que sólo sirvieron a la postre para liar jurídicamente el Turismo y enriquecer a un despacho afín a los socialistas. Insistimos: para poder contar con un turista que gaste más, tiene la isla que ofrecer mejores establecimientos hoteleros, mejor servicio y mejores infraestructuras. Lo otro, los líos jurídicos, suelen convertirse en un esfuerzo inútil que sólo traerá melancolía a los lanzaroteños, hartos de pleitos políticos.

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