PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Juego de fiscales


Francisco Pomares

 


El fiscal general del Estado, durante la toma de posesión de la ex ministra Dolores Delgado como fiscal de Sala de Memoria Democrática y Derechos Humanos. El Supremo anuló de forma fulminante el nombramiento y no pudo seguir en el cargo.
Uno: el fiscal Salto es un señor apuesto y elegante al que el Supremo desimputó rápidamente después de hacer su primera declaración. Salto es el fiscal que se ocupaba de lo del novio de Ayuso, y al que Alvarone García Ortiz pidió reiteradamente que le pasara los correos electrónicos que cruzó con el abogado del novio, uff, que feo. Salto, que es fiscal de delitos económicos y financieros de Madrid, es también quien se ocupa en la Fiscalía de la capital de nuevas tecnologías y aplicaciones informáticas. En un experto en todo lo que tiene que ver con comunicación, dispositivos y apps. Ayer, el juez Hurtado le preguntó por la existencia del protocolo tras el que se refugió el fiscal general del Estado, ese señor al que Pedro Sánchez nos ha exigido que pidamos disculpas por haber hecho desaparecer el cuerpo de delito, vaya tío. Se trata de un protocolo que al parecer obliga a los fiscales a borrar todos los contenidos de sus dispositivos móviles cada poco, y vaciar y formatear el terminal que se abandona, para que no quede ni rastro, no vaya a ser que vengan los espías con algún Pegaso y se enteren de mensajes delicados y se los vendan a Marruecos, es un decir. El fiscal Salto ha asegurado que no tiene zorra idea sobre la existencia del protocolo en cuestión, que pretende hacer pasar a García Ortiz por estricto y amañado cumplidor de reglamentos. El borrado, nos dijeron se hizo en cumplimiento de una instrucción sobre protección de datos de 2019 y de una guía difundida por el delegado de protección de datos de la Fiscalía en 2022, que resulta que el experto Salto dice no conocer.

 

Dos: cuando García Ortiz ofreció vicariamente esa explicación –que cumplía el reglamento-, tras detectar la Guardia Civil que no sólo cambio de teléfono, sino que borró todo lo que había en el antiguo, Pedro Sánchez exigió a la oposición y a los medios que pidieran disculpas al fiscal del Gobierno, por haber dudado de su palabra. Tal heroica habilidad -la de evaporar pruebas- convirtió a García Ortiz en alguien de renovada confianza. Alguien que cambió de dispositivo el 23 de octubre. después de que el Supremo le encausara por revelar secretos. Alvarone borró los mensajes que envió y recibió en su teléfono móvil, aunque eso no impidió que esos mensajes siguieran en los móviles de las personas con las que habló aquél fatídico día, en el que se empeñó en disponer de los correos del abogado del novio de Ayuso, para evitar que MAR, la oposición y los medios ganaran el relato. ¿Qué relato? La oposición y los medios, el relato de una familia -la del presidente- salpicada hasta el tuétano por los escándalos. Y MAR, el suyo: que el novio de mi chica no es culpable, le ofrecieron negociar y aceptó. En fin, es mucho más probable que fuera él (el novio) quien pidiera un poco de árnica, y Saltó aceptara negociar. En los delitos fiscales se hace eso todos los días, negociar: se trata de cobrar.

 

Tres: la fiscal superior de Madrid se llama Almudena Lastra y no tiene pelos en la lengua. La mañana del 14 de marzo del año pasado, le preguntó a Alvarone si había sido él quien había filtrado los correos entre Salto y el abogado del novio imputado. Parece que lo hizo enfadada, porque era más que obvio que los correos los había filtrado a Moncloa el propio fiscal general. Lastra dijo ayer en el Supremo que Alvarone le contestó “eso ahora no importa”. Y que se quedó tan pancho.

 

Cuatro: negándose los fiscales Salto y Lastra a entrar en el juego que les asignó García Ortiz, este se lo pidió a Pilar Rodríguez, fiscal jefe de Madrid. Más dócil, acabó enviándole el correo a su gmail personal. No al oficial, al suyo. Lo que hizo después Alvarone fue remitir a Moncloa el documento en el que el abogado del novio admitía que “se han cometido dos delitos contra la Hacienda Pública”. No consta quien le pidió que hiciera eso, que los mandara allí, ni probablemente llegue a saberse, excepto que Alvarone cante para protegerse. Yo aventuro sin aceptar mucho margen de error que se lo pidió quien más le ha defendido.

 

Cuatro: el fiscal del Gobierno apareció el miércoles en público ante un grupo de prometedores fiscalitos a punto de enfundarse el terno, y bromeó sobre su propia situación procesal: “el fiscal es noticia”, dicen que dijo. Y luego censuró el trabajo de los periodistas, y las críticas de la oposición. No dijo García Ortiz que en él, lo de ser noticia es casi consustancial. Acumula media docena de récords: es el primer fiscal general declarado no idóneo por el Poder Judicial, y también el primero al que el Tribunal Supremo fulmina los nombramientos de su mentora, la ex ministra Dolores Delgado, a la que colocó en agradecimiento primero como jefa de la Fiscalía Togada del Supremo, y después como fiscal de Sala de Derechos Humanos y Memoria Democrática, frente a las protestas y denuncias de las asociaciones de fiscales y del fiscal que optaba a la plaza. También es Alvarone el primer fiscal general del que dijo el Supremo que incurrió en desviación de poder. Dos veces. Y el primero que ha sido imputado en la historia de la Justicia española. Y el primero que se enfrenta a un auto demoledor. Y –podría ser- que sea el primero obligado a renunciar a vestir puñetas, y acabe dedicándose a hacerlas. En eso también sería Alvarone noticia.

Comentarios (0)