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Stratvs o el montaje de un caso

 

La sentencia absolutoria de los 11 acusados en el caso Stratvs ha dejado al descubierto las vergüenzas de un fiscal estrella, las de una jueza instructora que compró el discurso de otros, las de unos medios de comunicación chantajistas y la de una institución cultural que, posiblemente, se escondía tras la supuesta organización Transparencia Urbanística, creada ex-profeso para ir contra todo lo que oliera a Juan Francisco Rosa. Así, con los reglones torcidos, se escribe, una historia donde la venganza, por una supuesta vendetta de la Fundación César Manrique contra Rosa, se transformó en la mayor persecución contra el promotor de la bodega más moderna y con menor impacto en el paisaje de La Geria. Ahora, lo del menor impacto lo dice en su sentencia la Sala Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas quién desmonta uno a uno (y de manera rotunda) cada uno de los supuestos delitos de los que injustamente fueron acusados los 11 imputados en el macro-caso Stratvs. Todavía hay mucha gente que no se lo cree, que no puede creer que todos hayan quedado absueltos después de oír durante años mentiras, medias verdades y exageraciones. Un ambiente periodístico confuso y contaminado, creado por los que perseguían al empresario por ser de los pocos indomables que no aceptó el mensaje de pagar para que callaran. El famoso “impuesto revolucionario” que todavía practican algunos con bastante éxito.

 

 

No hubo delito, ni medioambiental ni urbanístico

 

No hubo delito medioambiental por verter las aguas residuales a una fosa séptica como hacía el resto de las bodegas; no hubo delito urbanístico, la autorización que en su día da Faustino García Márquez a Stratvs en nombre de la dirección general de Urbanismo del Gobierno estuvo bien dada; no existió prevaricación por parte de los funcionarios de Yaiza cuando dieron la licencia de construcción a la bodega; ni tampoco delito de falsedad documental, según los magistrados de la Audiencia. Ahora ha quedado demostrado que todo fue una patraña, un caso artificial penalmente hablando. Los acusados, y sobre todo, el promotor de la bodega deben estar satisfechos de haber escapado de la jauría humana, de la persecución mediática sin cuartel, de horas y horas de radio transmitiendo un partido donde tenían presuntamente al árbitro comprado y al público confundido.  Pero el sentimiento que reflejan la mayoría de los acusados, hoy absueltos, es la sensación agridulce. Porque, dicen, han sido muchos años de sufrimiento. El propietario sólo quiere que le dejen abrir la bodega y poder contribuir a que La Geria, como hace el resto de las bodegas, siga siendo un paisaje agrario, construido por la mano del hombre, único. Lo peor es cuanto daño más tiene que hacer esta gente para saber que ya han hecho demasiado, a muchas personas, y a esta isla en general. Por suerte, esta sentencia deja claro de que medios se puede o no se puede uno fiar.

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