La pregunta del millón
¿Quién es ese funcionario del Cabildo de Lanzarote que lleva más de 20 años trabajando para una institución privada? Y si esto es cierto, ¿se puede mantener esa situación? ¿Es correcto? Ésas y otras preguntas están en la calle desde que se conoció la noticia de que, en la época de Pedro San Ginés como presidente del Cabildo de Lanzarote, se pidió al “funcionario” que se incorporara a su puesto de trabajo en el departamento de Cultura. Las noticias que nos llegan señalan que el trabajador que no ha trabajado para el Cabildo en las últimas dos décadas, y si para la institución cultural, pidió la baja laboral por enfermedad nada más conocer la solicitud de su integración. Baja, por cierto, que sigue vigente, meses después. No se trata ahora de criminalizar al trabajador, quien, al fin y al cabo, no tiene culpa de que todos los grupos de gobiernos del Cabildo desde el año 93 no hayan hecho nada al respecto. La responsabilidad es de la institución insular por no tomar medidas y seguir pagando a un trabajador que hacía hasta ahora su trabajo en otra empresa privada.
¿Situación anómala o bula papal?
Nos cuentan que cuando el Cabildo en los años 90 cedió a esta persona a esa institución cultural privada, tenía cierta justificación por la importante labor cultural que hacía para la isla. Lo que es denunciable es que se haya mantenido en el tiempo esa anomalía que sería muy criticable e inaguantable de no tener cierta bula papal esta institución cultural que, sin duda, ha realizado una importante labor en Lanzarote. Pero lo cortés no quita lo valiente y, sin ánimo de hacer daño a nadie, sino de solventar una situación que creemos inadecuada o “cantosa” para una institución con un prestigio que se ha ganado a pulso y para el propio Cabildo de Lanzarote, se debe resolver cuanto antes. La Consejería de Educación del Gobierno de Canarias también “prestó” a un educador para ayudar, en sus inicios, a esa institución cultural, algo que nosotros consideramos comprensible en aquellos años. Hace ya unos años buenos que la institución cultural asumió el coste (unos 60 mil euros anuales) al adscribirlo al área de Pedadogía, donde ha desarrollado una gran labor, al decir de personas cercanas a la institución. Esa fórmula es la que debió haber aplicado la citada institución cultural con el trabajador del Cabildo que ha estado 20 años trabajando para ella. Nos aseguran que se va a resolver ahora todo con la jubilación de ese trabajador. Pues eso, que si esto mismo hubiera ocurrido con otra institución privada hoy, los cavernícolas mediáticos, estarían tirando balas con metralleta a todo Dios.