El precio que hay que pagar
Ha extrañado la virulencia con la que algunos representantes políticos espoleados por las “urracas del Reducto” se han tomado el asunto de la incautación de la planta desaladora del Plan Parcial Montaña Rojas. Si no fuera porque todo el mundo sabe que se trata una estrategia del grupo que se han jurado “cargarse a Pedro San Gines” de la presidencia del Cabildo por intereses espurios e inconfesables, sería de locos. Nos parece bien que se pueda cuestionar las formas de la incautación, hay opiniones para todos los gustos, pero pocas de que en el fondo de la cuestión el Cabildo de Lanzarote tiene la razón. Se producía y se vendía agua a terceros y hay un expediente donde se habla de graves faltas contra el medioambiente. Por lo tanto, nos parece razonable que Club Lanzarote, propietaria de Montaña Roja, defienda sus intereses (nosotros hubiéramos hecho lo mismo), pero ¿qué interés tiene ese grupo, que siempre ha defendido la gestión pública del agua, en tratar de hacer creer que se ha cometido el crimen del siglo?. Pues no es otro interés que intentar mellar la figura de Pedro San Gines, que ha sido el único político de Lanzarote que ha tenido los arrestos de enfrentarse a esas fuerzas del mal que progresan “a costa” del interés general y sobre todo de las arcas públicas. No hay otras razones que la de “echar” del sillón a quien les ha cortado la manguera que antes suministraba grandes cantidades dinerarias. Y encima, el presidente del Cabildo no sólo no ha aceptado los chantajes, sino que además lo ha denunciado públicamente por primera vez en Lanzarote. Y eso tiene un alto precio. El precio de romper amarras de la “mafia verde” es su salida del Cabildo ya sea con pistolas como intentó Tejero. Lo peor es que algunos partidos nuevos siguen empleando las mismas y viejas estrategias de antaño. Otros simplemente hacen de mamporreros cuando no de bobos útiles de las “urracas del Reducto”. En fin, que da grima ver a la estupidez organizada desatada contra Pedro San Gines, que no es una hermanita de la caridad, pero tampoco ha cometido un crimen.