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El oscuro episodio del nuevo senador

 

Las últimas noticias del flamante y nuevo senador de Lanzarote, José Ramón Galindo, elegido por Podemo, hace insostenible la situación para un partido que ha predicado la limpieza ética de sus candidatos como principal valor para estar en la vida pública. Galindo se vio metido en el año 2008 en una detención por presunto trapicheo de 10 bolsitas de cocaína en una verbena de Tías y acabó visitando al juez de lo penal. Este no debió ver nada claro el asunto y ,según Carlos Meca, consejero de Podemos en el Cabildo, ni siquiera se celebró juicio y se archivó. Nos alegramos por Galindo, un hombre que del más rotundo anonimato tras el 20-D se han convertido en uno de los políticos más conocido en menos tiempo de Lanzarote. Primero por ser la gran sorpresa da la jornada electoral y salir elegido senador. Y segundo por conocerse este desagradable episodio de su detención hace ahora unos 8 años. Por desgracia, quizás sea a partir de ahora más conocido por lo del presunto trapicheo que por las otras cualidades positivas que pueda tener: un joven albañil que ha llegado al Senado contra todo pronóstico gracias al arrastre de la marca Podemos y de su líder Pablo Iglesias. Pero lo cierto, y por mucho que Podemos y Carlos Meca quieran proteger a Galindo, es que lo van a tener muy difícil de cara a la opinión pública. Una ciudadanía que ha visto lo exigente que ha sido este partido morado con la conducta pública de otros representantes políticos.

 

Su inocencia, cuestionada por el código ético de Podemos

 

Nosotros si creemos en la presunción de inocencia de los imputados, si creemos que hay que dar oportunidades a los que comenten “errores” y más en su época de juventud. Somos comprensivos -por ello hemos sido criticado- y entendemos que cualquiera puede cometer una acción moralmente cuestionable y no por ello se le debe condenar a los infiernos ni criminalizarle para toda la vida. Creemos en la reinserción social. Preferimos ser permisivos a inquisidores en lo que respecta a las acciones de las `personas al riesgo de quedar a veces como blandos en las condenas. El problema, repetimos, es que Carlos Meca y su gente presumen de lo contrario. Presume de su intransigencia con cualquier acto de sus adversarios políticos, se llena la boca hablando de corrupción y cuando le toca a uno de “los suyos” es escandalosamente comprensivo y echa la culpa a la canallesca. El señor Galindo está descalificado para poder seguir un minuto más como senador electo de Lanzarote. No por el código por el que se rige la mayoría de la gente buena de esta país. Está inhabilitado por el propio código de Podemos y sus seguidores sectarios. Se han convertido en martillos de herejes de la sociedad moderna, en los nuevos inquisidores del siglo XXI, donde la simple sospecha servía para llevar a la hoguera a cualquier persona. Y ahora, por ese mismo código ético, la sociedad civil va a quemar a fuego lento a su “protegido senador”. Cuánto más tiempo lo aguanten, más grande será el dolor que le infringirán a Galindo y en más contradicciones entrará Podemos. Y miren que nos gustaría defender a este nuevo cargo público canario, pero no Podemos. El código ético del partido de Pablo Iglesias no nos lo permite.

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