El doble rasero del ciudadano Sánchez
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, hablaba esta semana de un Plan de Regeneración Democrática que al parecer ahora resulta imprescindible. Y es fundamental justo en estos momentos porque esa supuesta falta de democracia, y la proliferación de bulos que él achaca a los medios de comunicación, afectan a su mujer, Begoña Gómez… y hasta ahí podíamos llegar. Y ahí empieza el jaleo de los bulos. Confunde el ciudadano Sánchez los conceptos de bulo y noticia, y los confunde a su favor, claro está. Por eso considera bulo el hecho comprobado de que su mujer haya usado las dependencias de la Moncloa para reunirse con empresarios relacionados con su actividad profesional. Reuniones, en las que por cierto ha estado el propio Sánchez. Al parecer hay que regenerar a los medios que informan sobre las actividades de Begoña Gómez porque son peligrosos. Quienes omiten esas noticias, los de la cuerda, son por el contrario pura transparencia informativa. O lo que es lo mismo: no molestan.
Despolitizar las instituciones… o no
Pero es que el ciudadano Sánchez tiene sus cosas. Hace diez años, cuando estaba en la oposición, y ya se sabe que las cosas se ven de forma diferente al otro lado del muro (allí hace más frío), presentó un batallón de medidas para regenerar la democracia. Cien. Ni más ni menos, un centenar de medidas imprescindibles que presentaba contra Mariano Rajoy y contenía perlas como: fomentar la descolonización de las instituciones y de la justicia. Eso era entonces prioritario y lo del PP, por poner a los de su cuerda, un desatino y una vergüenza. Maldita hemeroteca.
La amnesia de poder
En 2024, tras una década y seis años de gobierno, (¿sólo seis? Esto se está haciendo largo), no hay institución sin un socialista al frente, ya sea exdirector o exministro, lo que más convenga. Y no lo decimos por decir: Tribunal Constitucional, Consejo de Estado, Fiscalía General, Radio Televisión Española, empresas públicas… hasta en el CIS. No en vano según su amigo Tezanos el PSOE ha ganado, o eso han predicho, todas las elecciones que ha acabado por perder. Pero hay que entenderle, se ve que una vez que uno se sienta en el sillón, todo lo que ofenda, manche el honor del líder o lo ponga en entredicho, pasa a ser considerado bulo y el medio en cuestión, enemigo público número uno. No lo sabíamos, pero ya es una evidencia: el poder produce amnesia. A las pruebas nos remitimos.
