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SIBO: el trastorno digestivo silencioso que podrías estar pasando por alto

 

 

  • Lancelot Digital
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    Cuando el cuerpo empieza a mandar señales raras, como hinchazón constante, gases que no se explican con lo que comiste o cambios de humor inexplicables, puede que algo no ande del todo bien en tu sistema digestivo. Una de las causas menos conocidas pero bastante frecuentes es el SIBO, es decir, el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado

     

    Esta condición puede confundirse fácilmente con otros trastornos digestivos, lo que hace aún más importante contar con la ayuda de un especialista en SIBO que sepa identificar el problema y guiarte en el proceso de recuperación.                  

     

    ¿Qué es el SIBO y cuáles son sus implicaciones clínicas?

     

    El SIBO se caracteriza por una concentración anormalmente elevada de bacterias en el intestino delgado, una región del tubo digestivo que, en condiciones fisiológicas, presenta una carga microbiana muy baja en comparación con el colon. 

     

    Este sobrecrecimiento bacteriano puede alterar de forma significativa los procesos digestivos, interfiriendo en la absorción de nutrientes y generando sintomatología gastrointestinal persistente. Las bacterias fermentan los hidratos de carbono de la dieta de forma prematura, lo que da lugar a una producción excesiva de gases, principalmente hidrógeno y metano. A largo plazo, esta alteración puede conllevar deficiencias nutricionales, inflamación intestinal crónica y un deterioro general del bienestar físico y mental del paciente. 

     

    ¿Cómo saber si tengo SIBO?

     

    Una de las cosas más complicadas del SIBO es que sus síntomas pueden parecerse a los del síndrome del intestino irritable, intolerancias alimentarias o incluso cuadros de ansiedad. Sin embargo, hay ciertos signos que se repiten con bastante frecuencia y que deberían ponerte en alerta: si presentas uno o varios de estos síntomas de forma crónica y no existe otra causa que los pueda estar provocando, lo más aconsejable es acudir a un profesional sanitario e indicarle tus sospechas para que pueda determinar con los métodos diagnósticos adecuados si padeces o no este síndrome. 

     

    Acudir a profesionales que entiendan cómo funciona tu microbiota y estén especializados en este síndrome como los de Gades Salud, que además ofrecen consultas online, te puede ayudar a cerciorarte de si este es el problema que padeces y, sobre todo, a solucionarlo. Entretanto, estos son los síntomas que debes tener en cuenta:

     

    Hinchazón abdominal y producción excesiva de gases

     

    Uno de los signos más frecuentes en pacientes con SIBO es la distensión abdominal, que suele presentarse tras las comidas, incluso cuando la ingesta ha sido moderada. La fermentación bacteriana anómala en el intestino delgado provoca una acumulación de gases que no se eliminan con facilidad, generando sensación de pesadez, plenitud precoz y meteorismo. Estos síntomas pueden interferir de manera significativa con la rutina diaria y la relación del paciente con la alimentación.

     

    Alteraciones en el ritmo intestinal

    El SIBO puede manifestarse tanto en forma de diarrea crónica como de estreñimiento persistente, dependiendo del tipo de gas predominante en la fermentación bacteriana. En algunos casos, los pacientes refieren alternancia entre episodios de diarrea y estreñimiento, dificultando aún más el diagnóstico diferencial con otros trastornos funcionales del intestino, como el síndrome del intestino irritable. La presencia de heces malolientes o cambios en la consistencia fecal también son hallazgos clínicos habituales.

     

    Síntomas sistémicos y neurocognitivos

    La repercusión del SIBO no se limita al tracto gastrointestinal. Muchos pacientes refieren fatiga crónica, disminución de la concentración, cefaleas y una sensación generalizada de malestar. Esto se debe, en parte, a la mala absorción de nutrientes esenciales como la vitamina B12 o el hierro, pero también a la producción de compuestos neuroactivos por parte de las bacterias intestinales. Además, en algunos casos, se observa halitosis persistente, eructos frecuentes e intolerancia progresiva a determinados alimentos, especialmente aquellos ricos en azúcares fermentables.

     

    Factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar SIBO

    Las causas del SIBO son multifactoriales, pero en la mayoría de los casos tienen que ver con alteraciones anatómicas, funcionales o químicas del sistema digestivo que favorecen el estancamiento del contenido intestinal o disminuyen la capacidad del organismo para controlar la cantidad de bacterias en el intestino delgado. Algunos de los factores que pueden influir en su aparición son los siguientes:

     

    Uso prolongado de antibióticos

    El consumo repetido o prolongado de antibióticos de amplio espectro puede alterar la composición microbiana del intestino, favoreciendo la proliferación de bacterias en regiones donde no deberían predominar. Esta disbiosis inducida médicamente es una de las causas más comunes del SIBO, especialmente en pacientes que han sido tratados por infecciones de repetición o enfermedades inflamatorias.

     

    Trastornos de la motilidad intestinal

    Cualquier condición que disminuya la motilidad del intestino delgado puede propiciar la acumulación de bacterias. Enfermedades como la diabetes mellitus, la esclerodermia o la enfermedad de Parkinson alteran los mecanismos de vaciamiento intestinal y favorecen el sobrecrecimiento bacteriano. El estreñimiento crónico también representa un factor de riesgo relevante, al ralentizar el tránsito de los alimentos y facilitar la fermentación excesiva.

     

    Estrés crónico y disfunción del eje intestino-cerebro

    Diversos estudios han demostrado la influencia del estrés psicológico en la motilidad gastrointestinal y en la composición de la microbiota. El estrés crónico puede alterar la secreción de hormonas y neurotransmisores implicados en la función digestiva, contribuyendo indirectamente al desarrollo del SIBO. Además, se ha observado que el sistema nervioso entérico responde de forma disfuncional ante estados emocionales prolongados, lo que puede cronificar la sintomatología.

     

    ¿Cómo se diagnostica el SIBO?

    El diagnóstico del SIBO debe basarse en la combinación de la sintomatología clínica, la historia del paciente y pruebas específicas que permitan detectar el sobrecrecimiento bacteriano. La prueba de aliento con lactulosa o glucosa es, en la actualidad, el método más utilizado por su carácter no invasivo y su capacidad para diferenciar entre sobrecrecimientos productores de hidrógeno y metano. 

     

    Consiste en medir la concentración de gases exhalados tras la ingestión de un sustrato fermentable; un aumento precoz en los niveles de gas sugiere una fermentación anómala en el intestino delgado. En determinados casos, puede recurrirse a aspirados yeyunales con cultivo bacteriano, aunque su uso está limitado por su invasividad y disponibilidad. El criterio más importante es que el diagnóstico siempre debe estar supervisado por un profesional con experiencia en patologías digestivas complejas, para evitar falsos positivos o errores de interpretación.