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Monumento al Campesino


Sofía Noda


El reciente proceso de restauración del Monumento al Campesino en Lanzarote ha generado un debate sobre la preservación de nuestro patrimonio cultural y la responsabilidad de las instituciones encargadas de protegerlo. La sustitución de un 75 % de la estructura original por una réplica, después de que sufriera graves daños en su estructura ha dejado una sensación de frustración en la ciudadanía.

 

Aunque la restauración del Monumento al Campesino es un acto loable para devolverle la vida, el hecho de que gran parte de la obra de César Manrique haya tenido que ser reemplazada plantea interrogantes sobre la gestión del patrimonio en nuestra comunidad. Las instituciones responsables parecen haber dejado que la escultura, símbolo del carácter agrícola y cultural de Lanzarote, llegara a un estado tan crítico como para necesitar una intervención tan drástica.

 

«La negligencia en el cuidado preventivo es un fallo por parte de las autoridades»


Uno de los aspectos que más llama la atención en todo este proceso es la falta de un mantenimiento adecuado a lo largo del tiempo. La restauración del monumento no debería haberse visto como una intervención de emergencia, sino como una acción programada dentro de un plan de conservación a extenso plazo.

 

La negligencia en el cuidado preventivo es un fallo por parte de las autoridades encargadas de la gestión del patrimonio. Las instituciones deben ser conscientes de que la conservación de una obra tan representativa como esta requiere un seguimiento continuo y no solo intervenciones reactivas tras los daños.

 

El perjuicio causado por el temporal de viento no es un caso aislado. Es solo un reflejo de la ausencia de políticas efectivas de conservación. En lugar de esperar a que un evento inesperado cause estragos, es necesario implementar protocolos de mantenimiento regular que garanticen que las obras de arte y los monumentos se mantengan en óptimas condiciones a lo largo de los años, sin que el daño sea irreversible.

 

«¿Qué significa para la identidad de una comunidad ver cómo se sustituye una parte de su patrimonio más valioso?»


Uno de los puntos más polémicos de esta reparación es la decisión de sustituir parte del monumento original. Aunque se argumenta que esto contribuirá a financiar la restauración, la idea de que fragmentos de una obra de tan alto valor simbólico se sustituyan por otras piezas plantea una pregunta crucial: ¿Qué significa para la identidad de una comunidad ver cómo se sustituye una parte de su patrimonio más valioso?

 

No podemos perder de vista que las obras de arte, especialmente aquellas que forman parte del espacio público y de la memoria colectiva, no deben ser tratadas como meros objetos de colección.

 

El Monumento al Campesino no es solo una creación de César Manrique, es una parte fundamental de la historia de Lanzarote y del pueblo canario. La sustitución de parte de esta estructura parece reducirlo a un bien consumible y despojado de su significado cultural y emocional.

 

Las protestas que han surgido a raíz de la sustitución del Monumento al Campesino reflejan un descontento generalizado en la población. Este monumento representa no solo una pieza de arte, sino también una parte de su identidad, de su historia, de su tierra. Ver cómo se deteriora hasta el punto de necesitar una réplica y cómo se venden fragmentos es una herida abierta en el alma colectiva de Lanzarote.

 

El patrimonio cultural no es solo propiedad de las entidades que lo gestionan, sino de todas las personas ciudadanas que se sienten en representación con él. La falta de consideración por los sentimientos de la comunidad local y el reemplazo de un pedazo de su historia resulta incomprensible para muchas personas, que exigen que se priorice la conservación de la totalidad del monumento, sin recurrir a la sustitución de sus partes.

 

El Monumento al Campesino es un símbolo que representa nuestra historia e identidad. No podemos permitir que su esencia se vea despojada o fragmentada. La sustitución de parte de la obra y la falta de mantenimiento adecuado son errores que, como sociedad, no podemos seguir permitiéndonos si realmente queremos preservar nuestro legado para las generaciones futuras.

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