Lanzarote, ¿la isla saturada?
Por Mencey Rodríguez de León
¿Hacia dónde vamos? Es una de las preguntas que más me ronda en mi cabeza durante estas últimas semanas. Tras la celebración de las elecciones municipales y la conformación de los gobiernos locales de la isla, una de las cuestiones que más me suscitan interés, al mismo tiempo que preocupación, tiene relación con qué políticas van a ser protagonistas durante el próximo mandato.
Acciones necesarias en búsqueda de soluciones eficaces e inmediatas a problemas estructurales en la isla, cuya clase política no ha sido capaz de solucionar. Unas decisiones que, sin duda, deben pasar por el decrecimiento, dada nuestra capacidad de carga.
Aún recuerdo el malestar generado dentro y fuera de la isla, como consecuencia de las declaraciones de la ex presidenta del Cabildo, María Dolores Corujo. Su intención de declarar la isla como "zona saturada turísticamente" causó un gran revuelo nacional e internacional. No fue para menos. Sus declaraciones no fueron más que una declaración de intenciones, próximas a unas elecciones municipales y autonómicas.
Pero parece ser que los términos de "saturación" y "decrecimiento" son dos tabúes en la isla Se considera que el decrecimiento alude a una evolución desfavorable de la economía, generando así miedo. Todo lo contrario. La ideología del decrecimiento defiende un cambio lógico y de trayectoria, en búsqueda de una transformación inteligente de nuestro modelo de producción y consumo, que se adapte a la capacidad de carga del territorio.
Una ideología que debería cobrar más importancia en la isla. Los datos son preocupantes. Así lo demuestra el "estudio sobre la capacidad de carga turística en Lanzarote" encargado recientemente por el Cabildo Insular de la isla a Gaia Consultores. Según recoge el estudio, Lanzarote ya había declarado agotada su capacidad de carga turística en 2003. Hace ya 20 años, la isla ya había alcanzado el número máximo de visitantes que la isla podía absorber sin causar un deterioro de los recursos.
Para entender cuál es el impacto real que la población tiene sobre el territorio, primero hay que conocer cuánta población presiona los límites de la isla. En 21 años, Lanzarote ha crecido demográficamente un 39,4%, alcanzando los 156.112 habitantes y la densidad de población ha aumentado un 51,6% con respecto al año 2001. Además de la población residente, hay que sumar los cerca de tres millones de turistas anuales que recibimos en la isla.
El estudio es tajante: todos los indicadores "asociados a los principales factores de capacidad de carga" reflejan que Lanzarote cumple con las características propias de un destino maduro. Dada sus mediciones, la isla ya ha llegado "a un nivel muy alto de saturación", incluso desbordando las propias capacidades económicas y humanas para la gestión adecuada de la situación. La vivienda, el transporte, el consumo de energía y agua o la gestión de los residuos son los próximos retos a los que Lanzarote debe afrontar con urgencia.
Respecto a la ocupación del suelo, los datos no dejan de ser alarmantes. El 42% de la superficie artificializada se encuentra dentro del primer kilómetro de costa. Además, el 13% del perímetro litoral se encuentra ocupado por construcciones. Hay que tener presente que todavía existe una importante superficie de suelo urbanizable en el planeamiento insular (1,8% de acuerdo con el estudio).
A pesar de ello, todavía no se ha abandonado la cultura del desarrollo turístico basado en el aumento del número de turistas. Ante esto, me pregunto cuáles van a ser las próximas políticas instauradas por el grupo de gobierno. De nuevo, nos encontramos con una declaración de intenciones, anunciando un modelo turístico sostenible, mientras celebran un aumento de los vuelos y las plazas aéreas para el próximo año. El turismo es un generador de riqueza y empleo afirman algunos.
Si la afirmación fuese cierta, no se entiende que con un total de 3 millones de turistas, el 67,5% de los lanzaroteños declaran tener dificultades para llegar a fin de mes, según los últimos datos publicados por el Centro de Datos de Lanzarote. A su vez, tampoco se entiende que el número de personas que viven bajo el umbral de la pobreza se haya duplicado, pasando de un 9,4% en 2001, a un 18.4% en 2018. Un dato que contrasta con el hecho de que Lanzarote sea la isla que ostenta el mayor PIB per cápita de Canarias.
Los datos reflejan la necesidad urgente de tomar estrategias que permitan garantizar la continuidad de la isla como destino turístico consolidado. Pero para ello, debemos compatibilizar nuestro desarrollo económico con el adecuado mantenimiento de nuestros recursos. Unas estrategias que deben pasar por el decrecimiento, por volver a la conciencia medioambiental y legado que dejó el artista César Manrique.
*Mencey Rodríguez forma parte del equipo de trabajo sobre medioambiente y entorno urbano de LEP.