¿Cuál es el futuro de Lanzarote?
“Vivimos en islas de volcanismo activo: tenemos que aprender a convivir con los volcanes”
¿De dónde venimos? ¿Cómo será Lanzarote en un futuro muy lejano? El tiempo de los seres humanos es “un suspiro” comparado con el tiempo geológico, cuya unidad de medida es el millón de años. En este contexto, el Parque Nacional de Timanfaya es un libro que la comunidad científica sigue descifrando. El parque lanzaroteño es el único parque eminentemente geológico de la red española.
Ayer se celebraron las primeras conferencias de las Jornadas de Geología, organizadas por el parque nacional en colaboración con la Real Academia Canaria de las Ciencias y Geoparque Lanzarote.
El catedrático de Petrología y Geoquímica, Francisco José Pérez Torrado nos ayudó a comprender la “gigantesca y variada geodiversidad” de Canarias y llamó la atención sobre lo “denostada” que está la geología “en la educación secundaria”, a pesar de ser una ciencia esencial para la comprensión de la vida.
Sólo un pequeño porcentaje de la producción magmática del planeta sale a la superficie, apenas un 12%. Canarias es el resultado de un apilamiento de material magmático sobre el fondo marino, en el interior de una placa oceánica. Somos "un archipiélago volcánico de punto caliente” como la Macaronesia o Hawaii.
No es fácil que un punto caliente impacte en el fondo oceánico y dé lugar a unas islas como Canarias. Hace veinte millones de años, a más de 2.000 kilómetros de profundidad, un punto caliente surgió en el manto terrestre, impactó en el fondo oceánico y fue formando Canarias de este a oeste, empezando por Lanzarote, Fuerteventura y el Archipiélago Chinijo, que integran un mismo edificio volcánico.
El relieve de las islas canarias orientales revela que se acercan a su fase de “desmantelamiento erosivo final”. Veinte veces más vieja que las islas occidentales, Lanzarote ya pasó la etapa juvenil que atraviesan ahora islas como La Palma o El Hierro. Todos estos datos sirven para estudiar la peligrosidad volcánica: “la probabilidad de erupción”, que en Lanzarote es baja.
Investigar, planificar y aprovechar
Juan Carlos Carracedo, una eminencia de la geología y volcanología y un narrador excepcional, se puso en la piel de la población lanzaroteña del siglo XVIII. Para su relato, usó una fuente de información poco divulgada: el legajo que halló “de casualidad” en 1988, cuando visitó el Archivo General de Simancas junto a Eduardo Rodríguez Badiola.
Allá encontraron 37 documentos escritos en castellano antiguo: informes y providencias aprobadas por las autoridades lanzaroteñas para sobrevivir “al evento volcánico más brutal de Canarias”. Esa información, contrastada con la que dejó el cura de Yaiza en su diario, sirvió para localizar el origen de la erupción de Timanfaya: la Caldera de los Cuervos y no las Montañas de Fuego como se creía.
La documentación permite comprender bien la realidad de la época: el tiempo que tardaba en llegar la correspondencia, la preocupación que existía por Yaiza y cómo atendió la emergencia la Junta de Lanzarote, formada por autoridades civiles, militares y eclesiásticas.
La isla ha vivido tres erupciones en los últimos 21.000 años. En ese mismo periodo La Palma ha tenido cientos. “Nada más lejos de la realidad” que el reclamo turístico Lanzarote, la isla de los mil volcanes. Lo que sucede, apuntó Carracedo, es que las coladas “se extendieron como el chocolate” creando un paisaje con omnipresencia volcánica.
Autor de la primera cartografía geológica del Parque Nacional de Timanfaya, Carracedo explicó que “un vuelo de gran precisión” permitirá ahora hacer un mapa más exacto que diferencie coladas de conos. Un equipo investigador formado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y el Instituto Oceanográfico Scripps de la Universidad de California comenzó en 2023 a trabajar en el parque y recoger muestras. Son especialmente interesantes las lavas toleíticas de la Montaña de las Nueces: un tipo de basalto rico en sílice que no se encuentra en ningún otro lugar de Canarias.
Es tiempo de analizar y formular hipótesis. “La ciencia no corre”, advirtió Carracedo que también conminó a “aprender a convivir con los volcanes”, desarrollando la investigación científica para hacer detección temprana, planificando para poder tomar medidas a tiempo “no como ha sucedido en Valencia” y sabiendo sacar el mayor provecho al volcán.
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