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“Doña Urraca es una mujer empoderada, no una bruja”

 

Entrevista con Lydia Vázquez, Catedrática de Filología Francesa de la Universidad del País Vasco

  • Lancelot Digital
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    Lydia Vázquez es una mujer de muchas facetas. Catedrática en la Universidad del País Vasco, investigadora de asuntos varios, pero siempre centrados en cuestiones de género y traductora especializada en el francés, por ejemplo de la premio Nobel, Annie Ernaux. Al mismo nivel se confiesa una amante de los cómics, y precisamente ésta es la razón de que el próximo lunes inaugure el Congreso de la Fundación Canaria de Cine + Cómics. Y lo hará hablando sobre un personaje tan peculiar como Doña Urraca, aquella anciana de malas pulgas, pero en la que ha descubierto otros valores y recovecos.

     

                    -De pequeña era superfán de Doña Urraca. Recuerdo que en los años sesenta íbamos las amigas a las tiendas en las que se alquilaban tebeos, los leíamos y cambiábamos. Ahora me hace mucha ilusión hablar de ella y desmitificar esa imagen de bruja mala porque es la sociedad la que la hizo así. En realidad, creo que es una mujer empoderada, no una bruja como hasta ahora la han pintado. Doña Urraca es una soltera independiente que hace trabajos tradicionalmente considerados masculinos, no se casó, no tiene hijos y no por ello se siente frustrada.

                    -¿Quién es el autor?

                    -El autor era Miguel Bernet que firmaba como Jorge, un historietista de Bruguera que creaba historietas para Pulgarcito y otras revistas de la misma editorial. La primera historieta de Doña Urraca se publicó en Pulgarcito en 1948 y Jorge siguió con ello hasta su prematura muerte, con treinta y ocho años, en 1960. Durante un año, su hijo Jordi, con solo quince años, siguió dibujando a Doña Urraca, hasta que lo dejó en 1961.  Retomarían el personaje primero Torá y luego Martz-Schmidt, aunque se seguía firmando “Jorge” por política comercial de Bruguera, algo que, lógicamente, no sentó bien a su hijo, el también dibujante Jordi.

                    -¿Cuál fue la época principal de este personaje?

                    -Las más subversivas y divertidas las situaría entre los años 48 y 1951. El motivo es que los números del Pulgarcito se libraron de la censura hasta ese año que es cuando el Ministerio de Información y Turismo empieza a ejercer una censura más severa. Hasta entonces no se había reparado en la influencia que podían tener en los niños los tebeos. Todavía no me explico muy bien cómo los dejaron pasar hasta que se dieron cuenta de que era una forma de manipularlos y a partir de entones ejercieron un control feroz.

                    -¿Hubo personajes parecidos a Doña Urraca?

                    -Las mujeres en los tebeos siempre habían sido criadas, amas de casa, esposas o solteronas como las Hermanas Gilda, pero raramente eran las auténticas protagonistas excepto Doña Urraca que supone un personaje independiente, con autonomía… es mala pero porque la gente lo es con ella. Tiene un físico especial, ella sabe que es distinta pero no se ve fea, no busca marido, no quiere tener hijos, y es cierto que usa la violencia, incluso explosivos, pero lo hace más por desestabilizar un orden social que no le gusta que por atacar a personas determinadas… De alguna forma, puede ser considerada una anarquista.

                    -Pero ya el nombre de por sí implica un componente negativo.

                    -El antecedente que se nos viene a la cabeza es el de un ave de pico negro, pero también hubo una reina que fue igualmente una mujer independiente y he encontrado otra con ese nombre que fue activista, carlista, que estuvo a favor del golpe de Estado de Franco y a la que en su época se le tenía manía. Es posible que el dibujante se haya inspirado en ella porque esta última Doña Urraca causaba mucho revuelo cuando salía a la calle, le tiraban piedras…

                    -A usted se la considera una pionera en la investigación del mundo del cómic. ¿En qué aspecto se ha centrado más dentro de un universo tan amplio?

                    -No me siento pionera en la investigación del cómic, pero sí he escrito algunos artículos sobre este soporte que me interesa mucho. Sobre creadoras como Claire Brétécher, sobre las mujeres que publicaban cómics en la revista francesa femenina y feminista Ah!Nana que publicó la editorial Les Humanoïdes associés entre 1976 y 1978, y también sobre novelistas gráficos españoles, como el guionista Antonio Altarriba, premio nacional de cómic en España y uno de los mejores guionistas de novela gráfica española hoy en día. Pero principalmente me defino como una gran lectora de cómics.

                    -Supongo que Marika Vila, la autora catalana ocupará un lugar muy importante en sus investigaciones.

                    -Por supuesto, hay muchas, pero a Marika la admiro, la sigo en las redes y me alegro de que hayan concedido el premio en el Salón del Cómic de Barcelona.

                    -También se ha centrado estudiar la literatura libertina, incluido el cómic, ¿cómo definiría ese término?

                    -He investigado sobre todo la literatura libertina francesa del siglo XVIII desde una perspectiva de estudios de género, aunque fue una producción mayoritariamente escrita por hombres. El libertinaje es un fenómeno muy del siglo XVIII, pero en general me interesa el erotismo en el arte y la literatura por ser un tema muy transversal que atraviesa todos los géneros, todos los soportes y todas las épocas. También ha calado en el cómic. Lo último que me interesa es el cómic LGTBI, muy creativo y con ejemplos de gran calidad.

        -Ese tipo de literatura libertina de la que hablábamos antes llegó a España?

         -A veces llegaba de forma clandestina por medio de los puertos francos al igual que lo hacían a Canarias, por ejemplo, podían llegar por barco, esquivando así la censura inquisitorial de la época Llegaban las novelas libertinas, pero también las obras filosóficas, que estaban igualmente prohibidas en España, por ejemplo los escritos de Voltaire, Diderot o Rousseau. De esa forma, los ilustrados se las arreglaban para conseguir algunas de esas obras prohibidas y poder leerlas. El fondo de la Biblioteca de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife es prueba de ello.      

       -¿Qué lugar ocupa en su trabajo las investigaciones sobre la sexualidad?

                    -Como he dicho antes, el erotismo y la sexualidad son parte muy importante desde siempre en la literatura y el arte, y como crítica de literatura y arte no puedo sino interesarme por ello. Hace unos años publiqué un libro en Francia que se titulaba El orgasmo femenino en el siglo XVIII y que abordaba el tema desde los textos científicos de la época y desde los textos literarios y las obras de arte para intentar profundizar en las mentalidades de esa época y en su percepción del clímax femenino tanto por los hombres como por las mujeres de aquel tiempo.

                    -Entre las múltiples cuestiones que le interesan y que ha investigado está el mundo de los animales.

                    -Soy investigadora en un Proyecto de investigación cuyo investigador principal, Ignacio Ramos Gay, es catedrático de la Universidad de Valencia. Lo componemos universitarias y universitarios de distintas universidades españolas y europeas y trabajamos en torno al Animal en el teatro. Nos interesa el animal como personaje y también como actor real. Por supuesto nos ha preocupado el maltrato animal en circos o espectáculos similares. Por suerte hoy eso está despareciendo gracias a las nuevas legislaciones que han ido prohibiendo progresivamente los animales en los circos, pero aún queda mucho por hacer. Un ejemplo de todo lo contrario es el espectáculo con caballos de Bartabas (Francia), ejemplar en cuanto al buen trato de esos animales no humanos.

                    -Ahora ha adquirido notoriedad por ser la traductora de la premio Nobel, Annie Ernaux           

                    -Sí, desde que Annie Ernaux recibió el premio Nobel ella ha adquirido gran notoriedad, y, bueno, lógicamente sus traductoras y traductores, de paso, algo también. Pero sobre todo creo que los traductores y las traductoras llevamos unos años siendo más visibles en el panorama cultural español. Por cierto, estaré con Annie Enaux del 11 al 14 de junio en Barcelona y en Madrid, donde la acompañaré en las presentaciones y firmas de sus obras.

                    -Usted reivindica el papel de los traductores que hasta ahora ha sido secundario.

                    -Me parece importantísimo que se nos dé más importancia a los traductores y las traductoras como autores, como autoras. En efecto somos los autores y las autoras de nuestras traducciones, nuestros nombres deben aparecer en los libros… ¡y se nos debe pagar mejor! El hecho de que en muchas universidades españolas ahora haya una carrera de Traducción e Interpretación ha mejorado mucho la formación de nuestros traductores, el hecho de que existan dos premios nacionales de traducción, uno a una obra y otro a toda la carrera del traductor, también ha dignificado nuestra profesión.

                    -¿Qué piensa de la Inteligencia Artificial? ¿Afectará por ejemplo en las traducciones?

                    -La mayoría de los traductores y las traductoras ya se sirven de ella, pero hay que saber hacerlo. Yo, en mi clase de traducción, en la Universidad del País Vasco, enseño a mis alumnas a que se sirvan de ella bien, inteligentemente. Además, ahora, en especial para la traducción literaria, aún tiene muchas deficiencias. No creo que podamos ser sustituibles. Pero hay que saber adaptarse. No se puede prescindir de ella porque es un instrumento muy valioso si se sabe utilizar. Ahora mismo tiene muchísimas deficiencias pero no nos queda más remedio que aprender a contarcon ella. Hay que tener capacidad de adaptación. Cuando empecé utilizaba la máquina de escribir, luego pasé a aquellos ordenadores enormes de papel continuo y ahora estoy con los Apple. La paradoja es que el hombre inventó las máquinas para que lo sustituyeran en los trabajos manuales y se cansara menos y ahora resulta que la IA nos va a sustituir en todo menos en los trabajos manuales.

                    -¿Conoce el libro Blanco del Cómic?

                    -La verdad es que no, aún no lo he leído.

                    -¿Ha traducido cómics?

                    -No, pero me atrevería, aunque el lenguaje no es el mismo que el de la literatura. Tiene restricciones importantes: el texto tiene que caber dentro de un bocadillo o un cartucho, lo que obliga al traductor o la traductora a autolimitarse, tiene menos libertad que en una novela. Lo practicamos en clase y nos sale bastante bien.

        -¿Sería posible traducir el particular lenguaje que se utiliza, por ejemplo,  en Mortadelo y Filemón?

                    -Todo se puede traducir. Todo es traducible, por difícil que parezca. Por ejemplo, traducir Astérix y Obélix fue un auténtico reto para Jaime Perich y Víctor Mora, pero lo hicieron muy bien.

     

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