Viceconsejero por sublimación
Francisco Pomares
La exigencia de dimisión del concejal Jonathan Domínguez, cabeza de lista de Coalición Canaria en La Laguna, se materializó hace un par de días en una sentida carta en la que el hombre, con cierta impostada contrición, anunció su voluntad de no entorpecer las expectativas nacionalistas de recuperar algo de poder en La Laguna. Fue como un relámpago, presentar la dimisión y ser nombrado acto seguido viceconsejero de Comunicación del Gobierno regional. Con un poco más de estilo, podían haberlo nombrado primero vice y cesar después como una consecuencia directa de ese nombramiento. No sé quien decidió la fórmula, pero no les quedó nada discreta ni elegante.
A don Jonathan se le premian los servicios prestados con una vicecartera para la que en principio no parece estar especialmente dotado, aunque sorpresas nos da la vida. Fernando Clavijo anda decidido a tener cerca a los que podrían jugar como candidatos futuros en los predios históricos del poder coalicionero. Al sonriente Alfonso Cabello se lo llevó de consejero de la Presidencia, donde ejerce además de risueño pero renqueante portavoz gubernamental, aprendiendo a base de pifias, y al también alcaldable Jonathan lo ha puesto Clavijo a pastar en su corral, a ver si consigue que el hombre engorde un poco, que así de flaco no mete miedo a nadie.
Los colegas de don Jonathan no han esperado ni medio minuto para abandonar la compostura y ofertarse: ayer mismo mi tocayo Francisco José Hernández, mandamás local del partido, se arremangó en unas declaraciones en las que explicó -por si alguien no se hubiera percatado aún- que Coalición es un partido de Gobierno, dispuesto a asumir cualquier área de gestión que proponga el alcalde, que anda de viaje por esas Noruegas, luciendo todo un juego de bufandas de alpaca. Ni Luis Yeray ni los suyos han dicho ni pío a la oferta, ni falta que hace.
Porque el asunto de la incorporación de Coalición al gobierno lagunero fue negociado directamente por Clavijo con Pedro Sánchez en el encuentro en el que se decidió el cambio de la abstención por el sí en la investidura. Para Clavijo, La Laguna es la joya de su propia y personal corona: el arco de la dovela de una operación de retorno a la Casa de los Capitanes Generales (y edificios anexos) que era el segundo sueño de Clavijo, emocionalmente tan importante como el regreso al poder regional. Cerrar con los socialistas laguneros un buen acuerdo –bueno en términos de reparto de poder y canonjías-, pesó probablemente menos que los mil millones, la agenda canaria y la recuperación de esa centralidad que obsesiona a Clavijo, convencido de que Coalición ya no puede crecer mucho más por la derecha, y menos con el PP al lado.
El rescate de La Laguna tuvo un efecto balsámico para pacificar al partido en la reunión de su dirección nacional, en la que sólo Ana Oramas mantuvo con fiereza sus incombustibles convicciones. Todos la trataron con afecto y respeto mientras ella se ciscaba en Sánchez y en el voto a favor de su investidura y advertía de la inminencia de un apocalipsis zombi para el voto nacionalista, tras la trapisonda. Pero entre esa Agenda Canaria retapada ahora con filetes dorados, y la vuelta a La Laguna, se quedó bastante sola. Coalición tiene un alma filibustera, probablemente heredada de los tiempos de Hermoso, y la pasta es siempre pasta y los despachos están para ser ocupados.
Queda por ver en que acabará la fiesta del hermanamiento, prevista para mediados de diciembre, pero de la que nadie se atreve a decir ni pío. Nira Fierro, dama plenipotenciaria del secretario general, es la única voz socialista que ha insinuado la posibilidad de un acuerdo que ya está cerrado en Madrid, y que ahora depende de la prisa y las ganas que le ponga el alcalde. Luis Yeray tiene que avenirse a un apaciguamiento con cesiones que no parece molestarle: es un hombre abierto al acuerdo y ya tenía cierto incomodo con los juegos en absoluto florales de su izquierda más levantisca. Cerrar el trato que le han pedido que cierre con Coalición, le garantiza tranquilidad y un segundo período de mandato sin sobresaltos innecesarios. Dicen que fue él quien pidió que le quitaran de en medio al cabeza de lista nacionalista. Al parecer no lo traga, y el sentimiento es mutuo.
Sus colegas recogieron el recado, el alcaldable recogió sus bártulos y Clavijo le ha buscado acomodo a su vera. ¿Volverá a medirse con Luis Yeray? Quien sabe: dependerá de lo que digan en su momento las encuestas.