Una chica de 20 años y todas las demás
Concha de Ganzo
Supongamos que se llamaba Elena, el nombre es lo de menos. Tenía 20 años y se preparaba para disfrutar de un fin de año espectacular. Después de lo vivido, el covid da una tregua, por los menos por estas latitudes. Se había comprado un vestido negro, corto, o largo, brillante o no. Quería ir a la peluquería para que le hicieran un moño bajo, o un moño a la italiana, bien recogido. Se pintaría las uñas, nuevamente. Cada uña de un color distinto. Uñas largas como las de Rosalía. Cómo le gustaba cantar y bailar Despechá. Y subir vídeos. Sus amigas no dejaban de llamar, y ella a sus amigas, de mandarse wasap. Estaban nerviosas y frenéticas. Por fin, este fin de año, sin restricciones. La vida era un camino de baldosas amarillas, y azules, lilas, de todos los colores. Nadie podía imaginar, o tal vez sí, que esta chica acabaría muerta. A puñaladas. Una, dos, tres, cuántas más deben caer. Cuántas van ya este mes de diciembre. Para que luego digan que la violencia de género no existe, que es un invento, que a las mujeres no las matan por ser mujeres, que muchas mujeres mienten, que no son tantas las denuncias reales de malos tratos, y sigue la retahíla de inventos sin sentido.
La única verdad es que las mujeres siguen muriendo, asesinadas a manos de sus parejas, de las exparejas de sus madres. Pasar esta lista duele. Conocer sus nombres, conocer sus historias. Y todos los sueños por cumplir que acaban en un charco de sangre, muertas, sin nada más. Imaginamos, quizás no se pueda, imaginar el dolor de las familias. A esta penúltima chica de violencia machista que murió en Madrid, y que tenía 20 años, la mató a puñaladas la expareja de su madre. Otras estaban embarazadas, murieron delante de sus hijos pequeños, tenían 40, 60, y hasta 80 años.
Estaría bien, ya toca, que esta sociedad aprenda a reconocer que esta realidad existe, que sucede, y cuando alguien levante la voz y diga que la violencia machista es un invento entonces todos, y todas, deberíamos contarle a ese señor, o señora, que las muertas no engañan. La lista de nombres de mujer que aparecen estos días en las crónicas de sucesos deberían espantarnos a todos. Las chicas de 20 años deberían disfrutar de las fiestas hasta el amanecer y más allá. Y todas las demás, las que deberían estar y no están. Estos días negros, la única verdad es el dolor y la rabia que dejan estas ausencias.