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Un alcalde con luces

Francisco Pomares

 

Sin sorpresas ni rebeldías, la Agrupación local del PSOE lagunero dio su visto bueno al cumplimiento del acuerdo para incorporar a Coalición al gobierno de la ciudad. A pesar de la tradición levantisca de una agrupación con mucha historia, aunque no siempre gloriosa, y hoy más permeable a las instrucciones del poder nacional que nunca antes, la Agrupación apoyó lo que parecía un acuerdo complicado, siguiendo el ukase de Moncloa y tendiendo la mano a la entrada de los nacionalistas en la que debiera ser una de las mayorías más cómodas de la historia política de la ciudad de los Adelantados.

 

El acuerdo implica la incorporación de tres o cuatro concejales coalicioneros a una nueva mayoría, bajo el mandato de Luis Yeray Gutiérrez, y sin que el alcalde haya tenido que mover un pelo del flequillo.

 

El acuerdo no surge de ningún encuentro o reunión en la Casa de los Capitanes Generales, sino del encuentro en Madrid de Pedro Sánchez y Fernando Clavijo, en el que el presidente canario ofreció su apoyo a Sánchez a cambio del cumplimiento de la Agenda Canaria (algo bastante interpretable) y del compromiso de Sánchez de acceder a que Coalición regrese al poder lagunero. Para Clavijo, volver a mandar en La Laguna, siquiera de la mano del actual alcalde, era una cuestión capital: después de cuatro años de absoluta sequía, un vaso medio lleno es siempre mejor que un vaso vacío. Clavijo tiene una fijación personal con La Laguna, fruto de su propia experiencia personal. Eso desde luego, pero la ciudad es una pieza absolutamente clave en la política coalicionera. Sin concejales con mando en La Laguna, sería difícil mantener pacificado un partido que hoy Clavijo necesita rendido y obediente a su propio liderazgo. Para que el acuerdo prosperara era necesario que el candidato de Coalición a la alcaldía, Jonathan Domínguez, renunciara a seguir como concejal, y no costó mucho convencerlo de que lo hiciera, ofreciéndole la única consejería que a Clavijo le quedaba disponible en el Gobierno, la de Comunicación, una inútil cáscara de lapa, sin competencias definidas y vacía de cualquier mando en materia de medios. La política de comunicación de esta Presidencia emana directamente de Cristina García Maffiotte, la periodista que acompaña a Clavijo a todos lados y que ocupa -por algún inextricable capricho de su jefe-  una modesta dirección general.

 

Libre el espacio preciso para ofrecer colocación y sueldo a Johnatan, el problema quedaba expedito desde ese lado. Quedaba por resolver la parte del PSOE lagunero, comprometido a liquidar los flecos del acuerdo con una consulta a las bases y un reparto de concejalías a cerrar antes de fin de este año. Ya.

 

Con el respaldo de los socialistas de La Laguna, el alcalde manda varios mensajes en cadena: el primero a los vecinos, sobre la importancia que él da a la estabilidad de la ciudad. Eso es lo más importante, pero no es -desde luego- el único recado. A los adversarios decrecientes de la izquierda -desde el colega Rubén Ascanio al coleguita Alberto Rodríguez, se les hace ver que aquí nadie es imprescindible, y que no se perdonan ni chulerías ni exigencias. A otro de los clásicos, Santiago Pérez, ya en obligado retiro, se le deslegitima como principal inductor de la política de tierra quemada con Clavijo y su tropa, después de haberle premiado con un efímero escaño en el Senado por haberla inventado y practicado.

 

Y a los propios compis del PSOE, un mensaje cifrado: el alcalde se erige en principal albacea y valedor de un acuerdo por el que nadie habría dado ni un euro hace apenas dos meses, y La Laguna anuncia en el urbi et orbi chicharrero, el inicio de una nueva etapa de entendimiento municipal entre las dos primeras fuerzas políticas de la isla. ¿Llegará más lejos? Es pronto para hacer pronósticos, pero el recorrido que tiene esta operación aparenta moverse en el ámbito municipal, con escasa capacidad de incursión en la isla o la región.

 

Por ahora, al menos. Pero como añadido, un cuidadoso aviso para navegantes: la carrera política del alcalde acaba de comenzar, y no va a acabar en La Laguna. Un período más de mandato pacifico con más luces y más ferias, y siempre con la sonrisa puesta de oreja a oreja.

 

Ya vendrá en el 2027 ir a por el Cabildo. Y en medio, lo que tenga que pasar.

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