Proyecciones
Francisco Pomares
Pasada la resaca y las declaraciones, una lectura en clave nacional de los resultados del domingo se hace conveniente: como ocurre siempre, todos han ganado las elecciones, menos Yolanda Díaz, que ha aprovechado para quitarse el muerto de encima como consumada gallega que es. (Por cierto, abriendo paréntesis, resulta que Teo Sosa, que se supone que votó a Sumar el domingo, colgó ayer un tuit (o como se llame ahora) en la red de Elon, en el que nos recuerda, sin mencionarla siquiera, la cachetada que le han dado los votantes a la última ocurrencia estratégica de Román Rodríguez, esa que hizo que Coalición Canarias moviera por primera vez en la historia más votos que Nueva Canarias en la isla redonda. Teo ha sido bastante cruel: “Me acabo de enterar de la dimisión de Yolanda Díaz por los malos resultados de Sumar. Ojalá en todas las organizaciones cundiera el mismo ejemplo”, ejem, ejem, ejem…) Y cierro paréntesis.
El domingo ganaron ‘casi’ todos, es la cantinela. Pero creo que sería conveniente ir a los números para ver que unos ganaron más que otros. Números puros: El PSOE, que ganó en 2019 en 40 provincias, ahora ha logrado ser el más votado en siete, entre ellas las dos canarias, con el 32,2 por ciento de los votos nacionales. El PP ha pasado de ganar en 2019 en cinco provincias, a ser el partido más votado ahora en 42 con el 34,2 por ciento de los sufragios en el país.
Claro que eso de las provincias sólo sirve para teñir los mapas de colores, no vale lo mismo Cuenca que Barcelona. Cierto, por eso hay que contar los votos uno a uno: el PSOE ha perdido más de dos millones de votos en relación con las anteriores elecciones europeas, además de un diputado. Es verdad que en las penúltimas acudió a votar más gente de la que suele hacerlo en las Europeas, porque se solaparon casi todas las elecciones. Pero eso vale para el PSOE y para el PP, y el PP sacó un millón y medio de votos más que en 2019, y nueve eurodiputados más, casi duplicando los que tenía. Digo yo que eso es ganar las elecciones el PP y perderlas el PSOE.
Pero me contesta Teresa Ribera que el PSOE ha resistido y el PP ha defraudado sus propias expectativas. ¿Cómo va a ser eso? Si el CIS de Tezanos daba un cinco por ciento de diferencia a favor de Sánchez y ha ocurrido justo lo contrario, no diría yo que eso sea defraudar las expectativas. La noche del domingo en Génova no se creían los resultados. Estos del PP tienen más respeto a los argumentos del PSOE que a los suyos propios.
Pero vale, da igual que el PP haya ganado estas elecciones, porque ganó también las anteriores, y no le sirvió absolutamente de nada. El pacto progresista con Junts y tal. Y las elecciones –dice el PSOE- han demostrado que el pacto progresista sigue siendo la única posibilidad de gobernar el país. ¿Si? Yo me voy a fiar esta vez de las encuestas, pero no de las de Tezanos, que no da pie con bola, me voy a fiar de un sondeo con una base tan amplia como 17 millones y medio de encuestados. Y luego apliquemos la Ley d’Hont por provincias, a ver qué sale. Y lo que sale es que el PP sacaría 152 escaños, el mejor resultado de un partido desde la nueva política. El segundo partido, a notable distancia, sería el PSOE, con 131 escaños y después vendrían Vox, con 22, Junts con 12, Esquerra con 8, Bildu con 7, y… ¡¡el invento de Alvise!! Con cinco diputados, por delante de Sumar con cuatro y Podemos con dos. Más cuatro el PNV, el Bloque dos y Coalición uno.
Por supuesto, nada garantiza que los resultados sean los mismos. Pero las tendencias no suelen cambiar fácilmente… y la tendencia es que la izquierda retrocede: en las últimas elecciones generales, donde ya ganó el PP, la suma de PSOE y Sumar supuso el 44 por ciento de los votos; y ahora -contando con Podemos, bajan al 38 por ciento. Mientras, la derecha en su conjunto, que logró el 45 por ciento hace un año, ahora se sitúa justo en la mitad del electorado, contando el PP, Vox, los restos de Ciudadanos y el circo de Alvise.
Es cierto que los votos no son tan importantes en este país de pactos locos, pero sí los diputados: las fuerzas políticas que apoyaron la última investidura de Sánchez se quedarán en 170 escaños y no podrían formar gobierno. PP y Vox sumarían 174, 175 con Coalición Canaria. La mayoría absoluta son 176.
Por eso, mejor olvidarse de nuevas elecciones mientras Sánchez pueda evitarlo. Y eso tiene lecturas muy peligrosas para el país y Cataluña: ayer, la mesa de edad del Parlament se pasó por la entrepierna la sentencia del Constitucional que prohíbe el voto telemático de los prófugos Puigdemont y Puig. Gracias a esos votos ilegales, al apoyo de la CUP y la cobardía de Los Comunes, la mesa de edad dió paso a una mesa soberanista, presidida por el indultado Rull. Lo siguiente va a ser el regreso de Puigdemont como candidato a President. Y después el referéndum. Otra el poder de los siete votos que sostienen a Sánchez.