PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Pedir un crédito para ir al super

Mar Arias

 

Imagínense, es una ficción, por supuesto, no estoy tan loca, pero hagan el esfuerzo de imaginar que voy al supermercado y en mi cesta de la compra se me ocurre añadir, que sé yo… una garrafa de aceite de oliva, de esas que habitualmente comprábamos hace apenas dos años, y por ejemplo… cuatro aguacates para hacer una ensalada colorida. Luego, si además quiero comer, compro algo de carne, algo de pescado, un poco de fruta y verdura… es probable que ese mes no pueda pagar la hipoteca y me tenga que comer los aguacates bañados en aceite sentada en la acera de la calle.

 

Hace no tanto esa garrafa se compraba por entre 14 y 16 euros, si hablamos de marca blanca. La última vez que este año compré dos garrafas (los sustos de dos en dos), estaban a 24 euros cada una… el otro día se me ocurrió mirar en el super y casi me aumentan las dioptrías: 31 euros. Insisto, marca blanca. No sé yo lo que saldrán los cinco litros de aceite de marca, ya no hablo del virgen extra especial de la casa. Por supuesto, dejé delicadamente la garrafa en su sitio, y me resigne a comprar un litrito escaso, aún sabiendo que a la larga sale más caro.

 

En la tierra del aceite de oliva vamos a acabar teniendo que freír las papas con manteca o grasa vegetal porque no hay bolsillo que aguante las diferentes subidas. ¿Los motivos? Podrían pasar por una cosecha escasa, pero… en el caso de los aguacates me pregunto porqué en un reciente viaje a Barcelona estaban a 3 euros y aquí, que hay producción propia, están a 13 euros. No encuentro respuesta. Estuve a punto, eso sí, de tirar toda mi ropa a la basura y volver con la maleta cargada de aguacates. No lo hice. No tuve visión de futuro, si los hubiera revendido habría podido comprar todo un vestuario veinte veces mejor.

 

Pues no, no hay aceite y no hay aguacates al alcance del ciudadano medio. La única opción factible, así las cosas, pasa por comprar colorante artificial y teñir una pera para que parezca que aún tenemos acceso a esos lujos y subir la foto al "Instagram". Antes lo habremos aliñado con un cuentagotas de esos que tienen los serums y elixires caros, que más caros que el jugo de oliva, ya les digo yo que no van a estar. Mucho tarda Chanel en sacar su propia botella y ponerla a la venta en las mejores perfumerías del país.

 

No parece que la situación vaya a cambiar en los próximos meses. Poca agua, mucho calor y además está la Guerra de Ucrania, que ya, que no tiene nada que ver, pero siempre viene bien sacarla a colación porque da color al asunto y hay quien se sigue creyendo que lo justifica todo.

 

La inflación sigue disparada y no parece que quiera reducir su marcha. Habrá que consolarse mirando de lejos las botellas de aceite y recordando aquellas épocas en que éramos felices comiendo aguacates. Tal vez esos buenos tiempos volverán, pero cuando los precios suben tanto… es difícil que vuelvan a bajar.

Comentarios (2)