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Para evitar el cero

Francisco Pomares

 

 

Sinceramente, me gusta este ex consejero Valbuena mucho más de lo que me gustaba el consejero Valbuena cuando aún estaba en ejercicio. Me parece fantástico que se haya decidido a abanderar el movimiento anti-cero eléctrico, y que se haya decidido a largar lo que silenció disciplinadamente cuando era consejero. Supongo que se siente mucho más liberado ahora que no está atado por la debida lealtad a Ángel Víctor Torres, y no tiene que defender las políticas del Gobierno nacional, que es lo que hacen los socialistas cuando gobiernan aquí abajo y al mismo tiempo allá en la corte.

 

Valbuena ha contado estos días, tanto en este periódico como en Radio Club Tenerife (y quizá en otros sitios, aunque yo no me he enterado) las vicisitudes de la posición del Gobierno anterior, que nadie ha sabido hasta que –muy sospechosamente- se produjeron hace poco dos filtraciones perfectamente coordinadas: la de los informes de Red Eléctrica Española desvelando que tenemos un déficit de 200 gigavatios -que estamos en cueros-, y que fueron completamente inútiles las sucesivas peticiones remitidas por la consejería de Valbuena al Ministerio de Transición. El Ministerio es responsable último de poner en marcha las decisiones que podrían evitar que las islas sufran en los próximos meses y años caídas del fluido eléctrico, como la que vivió La Gomera a finales de julio, y que tardó en resolverse hasta bien entrado el mes de agosto.

 

Para que se pueda producir la renovación de los grupos obsoletos, sorteando el campo de minas de una legislación obviamente inadecuada para el sistema eléctrico extrapeninsular, el Ministerio debería asumir alguna de las propuestas realizadas por Canarias, pero las rechazó todas por considerarlas jurídicamente imposibles de acometer y contrarias a la normativa europea.

 

Es curioso que un Gobierno que está dispuesto a enfrentarse a todas las dificultades legales que implica encajar en la Constitución una iniciativa –la amnistía- hasta ayer considera inconstitucional, se acoquine por un asunto tan de escasa enjundia como meterle mano vía decreto ley a la Ley 17/2013, de 29 de octubre, para la garantía del suministro e incremento de la competencia en los sistemas eléctricos insulares y extrapeninsulares. No es necesario más que derogar creo que tres artículos concretos de la Ley, y basta. Sin necesidad de añadir ni una sola línea. Se trata, además, de cambiar una ley con la que el PSOE no estuvo nunca de acuerdo, y de la que su diputado más currante, José Segura, ya explicó los problemas que traería.

 

En fin, que todo quedaría resuelto con uno de esos decretitos que el Gobierno Sánchez se saca de la chistera cada vez que hay que trabajarse la eternidad de Pedro Sánchez al frente del Gobierno. Y ya está. Resuelto el marco legal, solo quedaría hacer frente al problema de la adjudicación. Con la propuesta de Valbuena o con cualquier otra, porque a partir de la desaparición de una legislación que impida a Endesa producir más electricidad sin sufrir el castigo de no acceder a las subvenciones a la producción eléctrica en Canarias, pues la propia Endesa sería la más interesada en resolver.

 

Gracias a Valbuena nos hemos enterado también de la excusa puestas por el Gobierno central para no acabar con el peligro de cero, que Europa no autorizaría nunca la renovación de la planta sin concurrencia competitiva. El pasado viernes a última hora, el Ministerio insistía por carta en que cualquier solución pasaba por ser compatible con el marco que regula las Ayudas de Estado, que trata de evitar excesos de proteccionismo de los países de la UE sobre sus territorios, sectores o industrias. Valbuena cree –y en eso coincide con el actual Gobierno regional- que esa excusa es una milonga, que el decreto con en el que el Ministerio justifica su inacción y reclama que sea el Gobierno de aquí quien intervenga, se refiere a situaciones de carácter coyuntural, cuando ésta en concreto no es coyuntural en absoluto, es un problema del sistema.

 

Europa no pondría pegas a solucionar una situación que tiene que ver con la imposibilidad de conectar los seis sistemas eléctricos al continente. Más aún –y esto no lo dice Valbuena, lo digo yo-, si parte de la generación de energía se produjera por incorporación de renovables, o por la implementación de mecanismos técnicos y legales que permitieran incorporar a la red esa parte de la energía procedente de fuentes renovables que directamente se pierde porque la legislación no contempla su recuperación. 

 

En fin, es una lástima que las aclaraciones de Valbuena no se produjeran un poco antes, cuando habrían tenido más valor y eficacia que ahora, cuando Valbuena aún era miembro del Gobierno. Pero que lleguen con retraso no significa que lo que plantea sea insensato. No lo es.

 

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