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Paco Sapiens

Myriam Ybot

 

 

Ha vuelto a suceder y ya lo siento. Paco Calvo pasó por Lanzarote, derramó palabras sabias y se marchó, sin concitar el revuelo, la atención y el impacto que merecen sus investigaciones. Sucedió dos días después de protagonizar sendas entrevistas en las cabeceras nacionales de El País y La Vanguardia, y pocas fechas antes de conocerse que su última obra, “Planta sapiens”, se ha colocado en cabeza de los libros más vendidos en el Reino Unido, agotado en las primeras horas de lanzamiento en Amazon y nuevo best seller en ese país, junto a obras de Robert Harris o Jamie Oliver.

 

Vino como lo hizo Stefano Mancuso, director del Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal de la Universidad de Florencia —Calvo lo es del Laboratorio de Inteligencia Mínima (MINT LAB) de la Universidad de Murcia—, invitado por la Reserva de la Biosfera de Lanzarote para participar en su seminario ConCiencia, que cumplía este año su segunda edición. Y en ambos casos, urgidos por el apostolado común de mostrar al mundo el comportamiento inteligente y la capacidad sintiente de las plantas.

 

Recuerdo como si fuera hace media hora el puñetazo intelectual que me asestó el científico cuando, en el curso de su conferencia, desafió la particular elasticidad de la imaginación humana, que es capaz de fantasear con seres intergalácticos y con robots facultados para sufrir, enamorarse o vivir atravesados por deseos de venganza, pero se niega a aceptar la sola posibilidad de que el mundo vegetal actúe de manera inteligente.

 

La respuesta a tamaña sinrazón se esconde en la perspectiva zoocéntrica imperante, lo que Calvo denomina “ombligocentrismo”, que se deriva del énfasis en buscar (y consecuentemente encontrar) inteligencia únicamente a nuestra imagen y semejanza de animales reyes de la creación.

 

Craso error. La experimentación científica, la observación tecnológica y el sentido común, por qué no, han revelado que las plantas duermen, aprenden, se comunican, se desplazan y reaccionan a estímulos.

 

Profes de Biología y de Filosofía, labrantes de producción ecológica, orgullosos propietarios de jardines, patios y azoteas que revientan de verde, teletrabajadores que conversan con sus macetas, gentes curiosas con ganas de dinamitar los discursos únicos: tienen una nueva oportunidad. O mejor dicho, dos.

 

La charla de Paco Calvo sobrevive y resuena en el canal de la UNED, donde están subidos, con acceso libre, todos los contenidos del seminario ConCiencia 2. Y sus investigaciones vibran y rebosan su ensayo “Planta sapiens”, desde el que el mundo vegetal exhibe su solvencia para el aprendizaje, sus mecanismos para anticipar y responder a situaciones anómalas, la sensibilidad de su epidermis, la manera en la que se comunican o amoldan sus formas y experiencias a los entornos.

 

Intentemos pensar fuera del tiesto, superar la ceguera vegetal y abordar con una nueva mirada la posibilidad de que las plantas tengan (tienen) mucho que enseñarnos. Los gurús de la inteligencia artificial ya se han fijado en sus gestos y reacciones, en su capacidad cognitiva y en su talento adaptativo. Acabarán dándonos lecciones.

 

 

“La experimentación científica, la observación tecnológica y el sentido común han revelado que las plantas duermen, aprenden, se comunican, se desplazan y reaccionan a estímulos”

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