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Otra oportunidad perdida

Antonio Salazar

 

 

Conocidas las líneas maestras de los presupuestos generales de la Comunidad Autónoma podemos decir que da un poco igual quién esté al frente del Gobierno, uno de nuestros problemas no se ataca y, lo que es peor, a nadie parece importarle. Nos dicen que el próximo año estará en manos de la administración canaria la la nada despreciable cantidad de más de once mil millones de euros. Eso supone casi un 30% más que el último año antes de la Covid. Pensemos ahora quién en el mundo real, no en el de las fantasías políticas, ha mejorado su condición en idéntico porcentaje en tan corto espacio de tiempo. Hemos llegado a la conclusión, sin debate alguno, que los problemas se arreglan con dinero y que cuanto más disponga el gobierno, mucho mejor. No es verdad, claro, pero quienes operan con las buenas intenciones ganan en la discusión a los que planteamos que a lo mejor, y solo a lo mejor, no es tanto cuestión de cantidad como de calidad y que lo que toca es gestionar aunque para ello haya que enfadar a algunos colectivos encantados de abrevar en los presupuestos públicos. Es mucho mejor vivir de la subvención que competir pero el bienestar de quienes así peroran no debe ser asunto nuestro y lo que corresponde es invitarlos a buscarse los garbanzos en el mercado, ese sitio denostado porque hace que quienes sean diligentes u ofrezcan cosas valiosas salgan adelante y quienes no, pues no.

 

Se nos dice que es un presupuesto social y orientado a las personas, que son dos lugares comunes que de tanto manosearlos han terminado perdiendo significado. Por supuesto que es social porque los recursos son extraídos por la fuerza de la sociedad, que para algo se llaman impuestos y no voluntarios. Y están orientados a las personas porque aunque la ley de bienestar animal se ha creado para dañar a la mascotas, no hasta el punto de que se les den también subvenciones. Es todo un sinsentido, los políticos observan el incremento de los presupuestos como un gran logro sin reparar que menos dinero supondría igualmente menos necesidad social en el bien entendido caso que fuera eso lo que les preocupase. Pero no, el presupuesto es entendido en términos de poder, de allegar fondos a amigos o castigar a enemigos ensalzando claramente a quien pone el pulgar hacia arriba o hacia abajo. No hay una sola señal de mejora en la calidad de los servicios que dependen de estos políticos y que se pagan con esa ingente cantidad de dinero público. A la cola de todo, menos eficiencia, nada de eficacia y cada vez más empleados públicos empeñados en paralizar todo, pese a que quienes resultan perjudicados son siempre los llamados a pagar la fiesta.

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