Oro Líquido, tendencias 2024
Fernando Núñez
A punto de cerrarse el mes de enero, el sector del aceite de oliva ya está dando sus últimos coletazos en la recolección de la aceituna de la campaña 2023/24, que tendrá lugar prácticamente a mediados de febrero, y se van confirmando en muchas zonas productoras el daño que está provocando la sequía y la falta de agua en el olivar.
Las lluvias que cayeron a mediados de enero no han tenido apenas consecuencia en el nivel de los embalses con lo que todavía es necesario confiar que nos abandone el anticiclón y favorezca la entrada a nuevos frentes de lluvias.
En este contexto, el mercado del aceite de oliva se muestra ya a finales de enero con un clima de mayor flexibilidad a la hora de negociar contratos de compra-venta. Esa flexibilidad se observa en todas las categorías de aceites, pero no está siendo acompañada de un aumento de la demanda. De alguna manera se pone de manifiesto que el conjunto del sector está esperando a conocer las cifras finales de producción y las salidas del mes de enero para a continuación abordar las posiciones a adoptar en el corto plazo.
Por su parte, toda la gran distribución ya ha regularizado sus precios en los lineales y ahora no hay demasiada demanda, con lo que también se posiciona en compás de espera. Coincidiendo con estas fechas, cuando se generaliza la recogida de la aceituna de suelo y con ella la disponibilidad de aceites para refinar, es cuando se observa que los precios ya se posicionan en la categoría virgen sobre los 9.100€/ton.
El inicio de un nuevo ciclo protagonizado por la estabilidad es lo que marcará las perspectivas del gran consumo para este 2024. Con un volumen estable, crecimiento moderado y recuperación de tendencias que ya se venían venir desde antes de la pandemia, se resume el horizonte del año recién comenzado.
El volumen en 2023 apenas ha decrecido en años recientes, dado que el mercado de gran consumo se caracteriza por su gran estabilidad. No obstante, el volumen sigue estando ligeramente a la baja. Asimismo, se percibe que si la recuperación del volumen pre-pandemia no ha sido posible es debido a la convergencia de tendencias que vienen de largo con otros cambios de hábito propios de los tiempos de crisis.
Se observa una macrotendencia entre los consumidores a comprar opciones de platos preparados o semipreparados, lo que implica una reducción de volúmenes de consumo por parte del consumidor final. También, en este mismo sentido, es significativo que, como consecuencia de los cambios de hábito más temporales y asociados a momentos de crisis, el comprador es menos impulsivo y por ejemplo se ciñe más a la lista de la compra.