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O sea, que era eso

 

Francisco Pomares

 

En el eco de las consignas del 20 de abril, Fernando Clavijo se reunió ayer en el bunker de Presidencia del Gobierno con la presidenta del Cabildo, Rosa Dávila, y el alcalde de Adeje, Rodríguez Fraga, para pasar revista a los proyectos de la urbanización de Cuna del Alma y del hotel de La Tejita. La reunión tenía su miga, porque en los días previos la alcaldesa de Granadilla, Jennifer Miranda, también citada por Clavijo a la reunión, había dejado claro que no iría, por entender que el encuentro era puro disimulo. La duda razonable era si al final desistiría de ir Rodríguez Fraga, más que nada por aquello de la unidad de acción del partido, pero nones. El alcalde más longevo de Canarias no dejó pasar la oportunidad de defender sus tesis sobre Cuna del Alma, un proyecto que ha defendido desde sus inicios y por el que sigue apostando. El caso de la alcaldesa de Granadilla es diferente: ella está por la labor de que el hotel de la Tejita no se construya, y que alguien compre la parcela donde se está construyendo e indemnice a los propietarios, una idea que en su momento parecía compartir también Rosa Dávila, y ahora no está claro quién está a favor y quien en contra de repetir algo parecido a aquella operación de recompra pública de una propiedad privada en un frente de playa, que acabó por convertirse en el más famoso pelotazo urbanístico de la historia de Canarias. Clavijo no quiere usar dinero público para comprar solares y aprovechó la reunión para desmentir categóricamente que existan recursos en las cuentas del Gobierno para acometer esa operación, o que se haya planteado algún expediente para proceder a la compra, como se ha rumoreado estos días. Dado que la alcaldesa acusó al Gobierno de ser el responsable de la existencia de la obra, Clavijo aprovecho su ausencia de la reunión para devolverle la pelota, con bastante crudeza: negó que el Gobierno tenga responsabilidad alguna en la reversión de la licencia de La Tejita y, dejó claro que corresponde al Ayuntamiento, porque es el Ayuntamiento quien hizo el Plan General y concedió la licencia. Clavijo fue sarcástico al preguntarse por qué la alcaldesa no pide que la reversión la haga la ONU. Supongo que respondía a la pretensión de la alcaldesa de que el Cabildo se gaste la mitad de lo previsto para la construcción del Circuito del Motor en comprar el solar y parar así la obra.

 

Mientras el presidente se entretiene y el PSOE se divide, lo realmente importante es la velocidad con la que esta quedando claro hacia dónde nos conducen las multitudinarias reclamaciones de frenar el crecimiento turístico. A lo de siempre, es decir: a pagar más. El Cabildo ya prepara una ecotasa que habrá que abonar por entrar en espacios públicos protegidos. Han tardado días en reaccionar. Imposible mayor celeridad. Pero claro, se trata de más pasta para el presupuesto insular, no van a desaprovechar la oportunidad, ahora que tienen el viento de favor. Y Onalia Bueno, alcaldesa de Mogán, ha decidido adelantarse y plantear también una tasa de pernoctación, que quizá acabe siendo la primera que se implante no sólo en las islas, sino en toda España, porque lo que se aplica en Baleares y Cataluña es un impuesto autonómico, que se reparte con los ayuntamientos.

 

Onalia, además lo tiene perfectamente claro: no se trata de una tasa para reducir el número de turistas que van a llegar a su municipio, se trata de una tasa con intenciones claramente recaudatorias, con la que espera sacar un par de millones para –dice- gastárselos en mejorar la infraestructura turística. Pone como ejemplos a seguir la tasa de los municipios turísticos portugueses o la de ciudades italianas, como Venecia, que no han servido en absoluto para frenar el crecimiento del sector. Y es que pocos viajeros dejarían de ir a Venecia por tener que pagar unos euros más por noche. Por eso, Onalia está convencida de que no va a perder ni una sola de los cuatro millones y medio de pernoctaciones que se realizan al año en Mogán. Nadie va a dejar de ir porque el ayuntamiento se quede con unos eurillos por noche. Y ahora nadie se va a oponer, porque ahora se cree que cobrar la tasa es ecológico, progresista y fetén.

 

Onalia será probablemente la primera en salirse con la suya, pero se trata de una tendencia: los municipios que se lo puedan permitir –los turísticos- acabarán imponiendo el modelo de pagar por dormir, que ni evita que llegue más gente (no lo ha hecho donde se ha impuesto), ni activa la economía verde, ni sirve para otra cosa que no sea mejorar la recaudación municipal. Es así como funciona esto: mucho ruido y las únicas nueces son las que nos quitan.

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