No salimos mejores
Mar Arias Couce
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Hace apenas cuatro años estábamos a unos meses de meternos en una pandemia mundial que nos dejaría atrapados en casa a todos durante meses. En ese momento nos dimos cuenta que no estábamos preparados, ni los hospitales, ni los centros de salud, ni los colegios, ni los puestos de trabajo convencionales. ¿Cómo íbamos a estarlo? Ni se nos pasaba por la cabeza que algo así podría ocurrir. Pero pasó. Tuvimos que improvisar mascarillas con telas, ocupar los pasillos de los hospitales e inventarnos horarios y colas infinitas para poder hacer la compra sin coincidir. Aquello pasó, y unos años después se nos ha olvidado. Íbamos a salir mejores, decían, pero estamos igual que antes o peor.
Tal vez peor porque lo cierto es que hemos salido desesperados. Los felices años Veinte han regresado a lo grande. Empezó la cosa con timidez, pero pronto los conciertos, las ferias, las romerías y los festivales se llenaron. En estos momentos tratar de comprar una entrada del grupo que te gusta es una misión imposible porque se agotan en minutos. El ansia de disfrutar sumada a las reventas convierte la tarea en una odisea.
El pasado 31 de diciembre toda la isla estaba en la calle para celebrar la Tardevieja, verbenas, conciertos, todo nos venía bien. Días después hablaba con una compañera farmacéutica y me comentaba que se les han agotado los antivirales… No imaginaban que tanta gente se pudiera poner mala a la vez. Pero sí, lo hemos vuelto a hacer. Hemos conseguido volver a poner al límite nuestra propia capacidad de reacción.
Y lo seguiremos haciendo porque no vemos el peligro hasta que lo tenemos encima. Ahora vienen los carnavales, y volveremos al mogollón, con un tiempo que varía entre la calima extrema y un ligero fresquito que no llega a frío, al menos de momento.
Dicen los expertos que la del covid fue solo la primera pandemia de muchas y que hemos llevado al planeta a un extremo tan exagerado que reacciona defendiéndose. Los virus nos han pillado el truco y mutan para hacerse peores y más dañinos, pero sobre todo para pillarnos por sorpresa.
Tampoco hacía falta que se molestaran tanto. Somos fáciles de sorprender. El ser humano está programado para pensar que todo va a salir bien, y justo por eso nos estampamos tantas veces. Lo bueno es que nos levantamos una y otra vez, y volvemos a empezar con la misma alegría, miopía y torpeza que la vez anterior.
Si vuelve otra pandemia volveremos a asomarnos a las ocho de la tarde a las ventanas a cantar aquello de “Resistiré” y aplaudir a los sanitarios, para tratarlos a gritos a los cuatro meses y olvidar todo el esfuerzo que han hecho. Habrá que ver qué ocurre cuando pasen estos felices Años Veinte en los que estamos inmersos, porque si algo nos enseña la historia, es que pasarán.