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No más dramas

Francisco Pomares

Quizá recuerden ustedes aquellas fantásticas convocatorias de prensa del vicepresidente Román Rodriguez explicando lo que significaba para las islas el dinero europeo, especialmente el que iba a venir con cargo a los fondos Next Generation, que iban a servir para convertir Canarias en un territorio híbrido entre Mónaco y Silicon Valley: desarrollo tecnológico, reconversión energética, transición ecológica, nuevas tecnologías, trenes a tutiplén, y pasta por un tubo para repartir hasta a los kioscos de pipas si ponían wifi. Estuvimos durante meses con la cantinela de los fondos europeos y los proyectos tractores y las comisiones que ya habían seleccionado suficientes proyectos para gastar hasta el último euro, y las conversaciones con el Gobierno de Sanchez para que no se perdiera nada de nada por el camino. No sé cuantas veces salió Roman Rodriguez en la tele canaria (la suya) vendiéndonos el antes y el después que supondría para las islas la inminente llegada del maná europeo… pasta gansa para dar y recibir, salvar un turismo obsoleto, invertir en autopistas de la información y en autopistas de piche, modernizar la agricultura, meter una central Chira-Soria en cada barranco y comprar coches eléctricos a cada ciudadano. O casi.

 

Pero la realidad a veces es tozuda: la pasta europea requiere de proyectos bien hilvanados y presentados, de negociaciones con el Gobierno nacional, de cumplir plazos y presentar informes técnicos, informes de impacto ambiental, conseguir inversión complementaria y sacudir el polvo a una función pública que aún no ha salido del todo del confinamiento y ponerlos a currar en cuestionarios muy muy complicados. Al final, los plazos se agotan y la impresión es que no va a salir ni un pobre proyecto de envergadura, que todo se va a quedar en el parné entre suculento e inútil que han logrado embolsarse algunas consultoras, y que aquí más que ‘proyectos tractores’ lo único que se ha logrado redactar ha sido algún ‘proyecto carretilla’ y con la rueda pinchada.

 

Pero no importa. El consejero de Hacienda es un político avezado y tiene solución para todo: no tendremos planes, pero tenemos discurso. Y el nuevo discurso, después de las reiteradas y fantasiosas sesiones de teleñecos, es que tampoco pasa nada si no llegan los fondos europeos. Porque no era para tanto… ¡¡Tendrán cara!!

 

El vicepresidente del Gobierno y consejero de los dineros le ha dado la vuelta al asunto con otra comparecencia televisada.  Nos ha pedido “no hacer dramas” con lo que califica como retraso en la ejecución de los fondos Next Generation. Reconoció -algo es algo- don Román que hay problemas con la ejecución de los proyectos, pero tiró del mantra  gubernamental, ese comodín del público que ha institucionalizado el presidente Torres de tanto usarlo, que es que estamos mejor que antes y que otros. En efecto, Román  ha explicado que el problema que tiene nuestro Gobierno es el mismo de todas las regiones, porque los plazos “no fueron realistas desde el primer momento”.

 

No hay que hacer dramas, pues, los plazos establecidos –de 2021 a 2026– se terminarán ampliando y ajustando, nos dice el Vice. Que además nos aclara que la incapacidad de su consejeria para hacer los deberes “no me (le) parece trágica”.  Y no se lo parece porque -despues de ser los dineros europeos la palanca que nos iba a convertir en potencia aeroespacial y líder de economía azul circular, revolverte y biotecnológica- Román cree que hay que quitarle importancia a los retrasos, porque -atentos todos- la capacidad de transformación de los fondos “es limitada”. Quienes defendieron la importancia de los fondos y su capacidad de influir en la transformación de la economía canaria “se pasaron”, asegura Román, sin recordar la sorda pelea que se montó en su Gobierno entre Hacienda y Presidencia a ver si era Fermin o era Olivera quien se ocupaba de decidir cómo se gastaban los euros. Por cierto, que al final se decidió que fueran los dos, y se anunció la creación de una oficina que centralizaría todo el proceso, en la que se engancharon a la caza de contratos y a cara de perro algunas de las principales consultoras de las islas.

 

Ahora resulta que los 2.500 kilos de los Next Generation no sirven para nada. Y uno se pregunta si quienes no sirven para nada son los fondos o los políticos que deberían haber gestionado su ejecución. Y uno se contesta, claro. Y usted también.

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