Mejor corrupto que besucón
Antonio Salazar
Una de las funciones esenciales de la política actual es indicarnos las personas y los motivos por los que debemos indignarnos. Es relativamente sencillo de conseguir, los medios de comunicación tradicionales, cada vez más debilitados y dependientes de las migajas de la publicidad institucional, no hacen uso de la misión que deberían desarrollar, la de contener los excesos del poder. Y las redes sociales, jaleadas como la alternativa a esos mismos medios de comunicación en retirada, tan propicias para incurrir en eso que se llama sesgo de confirmación, donde el análisis y la reflexión son sustituidos por las emociones a flor de piel. Los míos contra los enemigos, porque recordemos que hoy en esta cainita política que se practica, los adversarios han sido desprovistos de esa condición para despersonalizarlos, reducirlos a meros sujetos con los que mejor acabar por ser una distracción en la construcción del hombre (y mujer) fetén.
El caso extraordinario del presidente de la Federación Española de Fútbol es una buena adveración de lo narrado en el párrafo anterior. Su ya famoso beso a una futbolista recién proclamada campeona del mundo sin el permiso de aquella ha desatado la ira de los dioses de la corrección política. Los mismos que callaron cuando se le escuchaba apañar contratos que incidían en su retribución variable, se pagó -supuestamente- con dinero de la Federación alguna orgía, viajes sin justificar a países del extranjero con presumibles amantes que también fueron cargados a su organización y el espionaje que ha sometido a cualquiera con quien se haya relacionado. Su pasado socialista, su carrera sindical -bien que es verdad que en la Asociación de Futbolistas Profesionales-, lo colocaron a salvo de imprecaciones o dificultades serias para seguir al frente de una asociación que siendo privada es considerada de utilidad pública, lo que facilita que se alleguen fondos públicos o subvenciones -aunque desde el año 2013 solo ha recibido avales del Gobierno en los últimos años - y un porcentaje sobre los derechos de Tv que es cierto negocia el Consejo Superior de Deportes. Esas vinculaciones es lo que convierte en inaceptable su presidencia de la Federación. Solo que no es eso lo que lo hará caer -es posible que cuando lea estas líneas ya haya dimitido u obligado a hacerlo-, del mismo modo que Al Capone se vio entre rejas por delitos contra la hacienda pública y no por sus crímenes contra víctimas reales.
El beso a Hermoso fue un exceso más de este personaje. La ausencia de denuncia de la perjudicada debería haber contenido todo lo que ha venido después, empeñada como estaba la jugadora en que se hablara más del éxito deportivo que del ósculo indebido. Pero esta es la España que hemos construido, donde preferimos a un corrupto que a un baboso.