Más vale una buena esperanza que ruin posesión
Por Álex Solar
Nadie quiere aceptar o admitir que habrá terceras elecciones. Y sin embargo, como en la frase de las meigas gallegas “de haberlas, las habrá”. Si no en otoño, a la vuelta de la esquina, pues esta situación ya no puede durar mucho tiempo más. Soy partidario de la tercera vuelta, sin ambages. Y no por desprecio a la democracia sino precisamente porque, aunque sea por exceso, es mejor el ejercicio reiterado del voto que la incertidumbre de un gobierno prendido con alfileres en el manto de una institucionalidad desgastada, con una ciudadanía dividida entre los que quieren el bote salvavidas de la componenda, el cambio de cromos y los que deseamos que haya un borrón y cuentas nuevas limpias y claras.
¿Hay alguien que pueda pensar a estas alturas que se puede soportar un lenguaje de gángsters en un despacho ministerial? ¿Y que la corrupción no pase factura a nadie, a babor y estribor? ¿Que un fiscal que hace el doblete de la defensa a una real acusada se retire, haga mutis por el foro y se monte un despacho después? Por cierto, en la misma ciudad donde un turbio asunto de espionaje hace caer a la máxima dirigencia de los populares baleares.
Este estado de cosas es tóxico, peor que el botulismo de las judías cocidas y el bacalao. El país está podrido hasta el tuétano.
Veo, en el último rincón de la despensa del telediario dominical que los templarios reaparecen en España, se enfundan el sayo con la cruz, entre ellos Luis del Olmo. Conocí a uno de estos “caballeros cristianos”, de cuando era alcalde de un pequeño pueblo en Menorca. Venía del trotskismo residual y se había reciclado al socialismo “socialdemócrata”. Pero su voto como Consejero tránsfuga permitió que subiera el PP a regir los destinos de la isla. Luego se hizo investigador de Historia Medieval y se dedica a recoger firmas para cambiar el nombre de un ateneo que lleva el nombre de Manuel Azaña.
A Umberto Eco le propusieron ser nombrado “Caballero de Malta” (una secta aristocratizante y reaccionaria). “Algo es necesario hacer para no sentirse un cero a la izquierda”, pensó, y se hizo miembro de la Sociedad Italiana de la Flauta de Pico.
Mientras unos se hacen templarios, otros se pasan la vida cambiando de sayo. Pero a España no le hacen falta disfraces, ni aspirinas ni aguas de borraja. Pido a los caballeros andantes, si existen, que entren de nuevo en el campo del honor y se batan con sus propias armas y su escudo. Si es una tercera vez, que sea. Más vale buena esperanza que ruin posesión.