Adiós amigo, te queremos siempre
Homenaje a Aitor Galán Robles
Después de la “resaca emocional” de esta semana, tenemos la necesidad de expresar los sentimientos encontrados que hemos vivido estos días. Cada quien nos hemos relacionado con la pérdida, es decir, con la muerte, de una manera más o menos natural, posiblemente por ese dicho que contaban las abuelas que: “Para morirse sólo hay que estar vivo”, o quizá porque, por la edad que tenemos, ya hemos acumulado muchos encuentros con la misma: hermanos, padres, abuelos, tíos, primos, conocidos y familiares de amigos que se fueron por el camino. Cada fallecimiento ha sido por diferentes causas, unas naturales, otras por enfermedad, otras por accidentes, etc. y las personas tenían edades dispares, incluso distinta relación, pero todas ellas han sido pérdidas igualmente.
Y llega ahora la tuya, Aitor, la mañana de un miércoles después de Navidad; un tipo normal, un día normal y durante una prueba médica. Como en la mayoría de las veces, estas cosas nos pillan por sorpresa. Ya habíamos tenido un susto el año pasado cuando te dio “el achuchón”, pero sentimos un gran alivio por haberlo superado en ese momento. Por supuesto te llovieron broncas por todos lados para que te cuidaras y cambiaras determinados hábitos en tu vida: comer mejor, hacer ejercicio, dejar de fumar, cerveza sin alcohol, etc. Y qué deportivamente encajaste todas nuestras recomendaciones desde el principio. De hecho, dijiste simpáticamente que en el hospital te habían cambiado el cerebro, como si te lo hubiesen sustituido, y tenías una nueva mentalidad a partir de ese momento. Por suerte para todas las personas que te queremos, pudimos tener ese tiempo extra para encontrarnos contigo, algunas en más ocasiones que otras, pero nos sentíamos aliviadas sabiendo que seguías con tu vida.
Como buen chicarrón del norte, tras el achuchón y sabiendo que ahora se trataba de ponerte las pilas y comenzar a cuidarte, tu prioridad fue tener permiso para coger la caravana y viajar en verano con tu familia y amigos como otros años habías hecho, cuestión que siempre fue de vital importancia para ti. Al fin y al cabo, “casi no había pasado nada”, se le puso remedio a la patología y ahora se trataba de cambiar el estilo de vida en compañía de tus personas queridas. Para quien sienta que no se hizo lo suficiente, pueden servir estas palabras: la experiencia nos dice que nunca se sabe cuándo será nuestro último día, la verdad, tanto si tenemos “la espada de Damocles” de una enfermedad como si no es así. La pérdida de la vida es una de esas circunstancias misteriosas de la vida, y lo mejor que hiciste, fue seguir compartiendo momentos. ¿No es eso lo que nos llevamos, al fin y al cabo? Según cuentan las investigaciones, las personas que ven cerca la posibilidad de la muerte o cuando son muy mayores, lo que recuerdan son sus vivencias y el amor que hayan sentido. Y por lo que te conocemos, eso también es lo que le daba sentido a tu vida. Siempre apreciaste la lealtad, el cariño y el amor que tanto dabas como recibías de tu entorno, por eso tus relaciones han sido profundas, auténticas y amorosas.
Y todo eso, amigo nuestro, en estos días y en tu funeral en concreto, lo hemos podido sentir todas las personas que te queremos. Sabemos que nuestra familia es el primer lugar donde aterrizamos al nacer y nos acoge cuando llegamos a este mundo y, concretamente la tuya, es maravillosa. Pero, además de ella, tenemos la suerte de haber sido tu familia elegida, nuestro grupo, porque a tus amigos y amigas los fuiste incluyendo en tu vida por elección propia. Fuimos anexando personas en diferentes épocas de nuestra vida y mantuvimos siempre una unión sólida y auténtica donde no hacía falta vernos cada día, sólo sabíamos que estábamos ahí en lo bueno y en lo menos bueno. Tenemos la suerte de haber formado parte de ti y tú de cada uno de nosotros, y eso es con lo que nos queremos quedar. No sabemos cuánto AMOR caben en estas palabras ni si estas letras pueden expresar la experiencia humana tan preciosa que hemos tenido contigo, pero sí sabemos cuánto AMOR sentimos por ti, amigo, como el que tú sentías por cada uno de nosotros y eso es de un valor incalculable. Las personas como tú, Aitor, se pueden ir en algún momento, pero el AMOR por ti permanecerá en nuestros corazones siempre presente.
Tus amigos de siempre y para siempre