Más trolas
Francisco Pomares
El Gobierno de Canarias aprobó ayer volver a darle una paguilla extraordinaria a las 12.000 familias acogidas a la Prestación Canaria de Inserción. Son 250 euros con los que el Gobierno pretende compensar a esas familias el aumento del coste de la vida durante este año que ahora acaba. Es la tercera vez que el Gobierno usa los cuartos que manda Madrid para aquel plan contra la pobreza que tanto costó colocar en las cuentas nacionales, para repartir una propina de fin de año que sólo llega a seis de cada cien familias canarias en pobreza severa. De los 30 millones del Plan, la paga a los perceptores de la PCI supone aproximadamente un diez por ciento, unos tres millones tan sólo, como ha reconocido a regañadientes la propia consejera.
Pero este año, las 43.000 personas que reciben pensiones no contributivas, y que en los años anteriores también cobraron del mismo capítulo –el dinero del plan contra la pobreza- se van a quedar sin recibir un euro, según la consejera, porque los recursos para este año se han agotado como resultado de la ejemplar ejecución del presupuesto.
Santana pide a los pensionistas que se van a quedar colgados de la brocha que no se preocupen. En realidad lo que se les pide es que estén contentos por lo bien que ha ejecutado el Gobierno su presupuesto, tan bien, que no llegó siquiera a prever que había que guardar once millones de euros para que los pensionistas que menos dinero cobran, reciban al menos la misma paguita de navidad que en 2020 y 2021. Pero no, Derechos Sociales se ha gastado los cuartos, los suyos, los del plan contra la pobreza y los que se tercie, y los pensionistas tendrán que esperar a febrero (o marzo o abril) para poder cobrar la paguita, que saldrá de una habilitación de crédito con cargo a los presupuestos del próximo año. En fin: Ajo y agua, señoras y señores no contributivos.
Si quieren que les diga lo que yo creo, les diré que la consejera nos está contando una milonga: el año pasado, la consejería de Santana hizo una modificación de crédito de once millones de euros –justo lo que ahora falta para poder pagar la propina a las pensiones no contributivas- por la que retiró de atención a la Dependencia esa cantidad, para traspasarla en su mayor parte a gastos de Dirección Política, que es la partida de la que cuelgan los contratos de asesores y enchufados, de la que se pagan los informes políticos a las empresas, y de donde sale todo lo relacionados con la propaganda. A la consejera le dio exactamente igual el rechazo que pudiera causar a las personas pendientes de recibir ayudas por dependencia, el saber que se traspasaba su dinero a gastos de Dirección Política. En realidad, se hizo para que pareciera que no quedaba ya dinero que gastarse en Dependencia. Y yo estoy convencido de que dentro de un año, cuando se conozca la ejecución de la cuenta general de la Comunidad Autónoma, y sepamos donde ha ido a parar el dinero, veremos que otra vez nos la han vuelto a dar con queso. Quien hacernos creer que la ejecución presupuestaria ha sido estupenda, que se lo han gastado todo, que se han quedado sin un euro. Y están tan interesados en que la gente lo crea, que no parece importarles el impacto que dejar sin cobrar la paguita de Navidad, pueda tener en esas 43.000 personas necesitadas.
Si de verdad el motivo para que no cobren es que no hay dinero, supongo que la Consejería de Hacienda nos tendrá que explicar en unos días que el ejercicio presupuestario se cierra sin un euro pendiente de ser gastado. Porque el dinero se puede hacer circular de un departamento a otro, y –si es cierto que Derechos Sociales se lo ha gastado todotodotodo y por eso no puede cumplir hasta el próximo cuatrimestre su compromiso- siempre podría transferirse el dinero de remanentes de otra Consejería.
Aquí lo que hay es la doble intención de vendernos la trola de que han gestionado todos los cuartos de que disponían (estoy seguro de que es falso), y de paso retrasar el pago hasta un mes antes de las próximas elecciones. Es de lo más burdo e injusto que hemos visto hacer en esta Consejería, donde las hemos visto ya de todos los colores. Santana trata a los clientes de su departamento como si fueran súbditos a la espera del reparto de bollos y ella Maria Antonieta. Al resto de los ciudadanos de Canarias nos trata como si fuéramos imbéciles.