Los orígenes de la tiranía
Andrés Martinón
Debía tener unos 20 años y veía en el cuarto de la tele con mi padre el informativo local de Antena 3 en Las Palmas, donde vivía por aquel entonces. Acabábamos de terminar de comer y nos sorprendió una noticia que el presentador aludía a una especie de avería de Emalsa que había afectado en forma de inundación a unas viviendas de la capital grancanaria. Cuál fue nuestra sorpresa al ver que una de las damnificadas era una tía mía, que era entrevistada in situ, todavía con el susto encima y con el problema de ver su casa anegada.
Mi padre no tardó ni diez segundos en decirme que fuera directamente a la casa de mis tíos, que fuera a echar una mano porque debían de tener un verdadero problemón. Sólo me dijo: "Ni la llames. Ve directo a la casa".
Todavía recuerdo la cara de sorpresa de uno de mis primos cuando toqué el timbre de la puerta. Me miró cómo diciendo: "¿Qué haces aquí?". Le dije que venía a ayudar. Y con un cepillo en mis manos ayudé en todo lo que pude a que se recuperara la normalidad.
Toda esta batallita viene para decir algo que creo que igual ahora no se hace tanto: Y no es otra cosa que, si mi padre me decía que hiciera algo, lo hacía. A la hora que fuera y teniendo que hacer lo que tuviera que hacer. Digo esto porque me da la sensación de que actualmente a los niños que educamos se les está liberando de ciertas obligaciones que tienen. Porque de los derechos, ya saben ellos cuáles son.
Actualmente se educa con una especie de cuidado intensivo en que el niño o la niña no sienta frustraciones; que no se le lleve la contraria; que el decirle no a sus caprichos no sea una práctica habitual y que en definitiva, se acostumbre al menor a poder decidir cuándo debe o no deber obedecer a una orden de un padre, que simplemente por mayor experiencia, debería tener la autoridad suficiente para ser obedecido.
Digo esto porque no hay cosa más fea que ver a un hijo/a faltar el respeto a un padre o a una madre y me da la impresión de que cuantas más concesiones se hagan por el camino, más veremos en el futuro a unos hijos próximos a la tiranía y distantes en el respeto.