Los “inquisidores” se imponen, Soria dimite
Por Antonio Coll
Han pasado más de 500 años del establecimiento de la Inquisición Española por los Reyes Católicos (1478) y percibo que sus secuelas aún no han desaparecidos del todo, en el actual Reino de España y su territorio ultraperiférico Islas Canarias. El caso más reciente lo protagoniza el que fuera Ministro de Industria y Turismo, el canario José Manuel Soria, por la decisión del Ministerio de Economía de proponerlo como Director Ejecutivo de España, en el Banco Mundial. Una institución sin fines lucrativos y cuyos objetivos principales son erradicar la pobreza y la asistencia financiera y técnica para los países en desarrollo de todo el Planeta.
189 estados integran la institución, con sede en la ciudad de Washington. Ofrece trabajo a más de 10.000 empleados, distribuidos en unas 120 oficinas por todo el mundo. Su consejo directivo está compuesto por 23 directores ejecutivos. El representante de España, también representa a México, Venezuela, Colombia, Costa Rica, Salvador, Guatemala y Honduras. Maneja un capital anual de unos 15.000 millones de dólares, para operaciones de crédito y financiar programas de desarrollo con múltiples objetivos, entre los cuales se encuentran: 1. Erradicar la extrema pobreza y el hambre. 2. Lograr la enseñanza primaria universal. 3. Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer. 4. Reducir la mortalidad infantil. 5. Mejorar la salud materna. 6. Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades. 7. Garantizar la sostenibilidad del medio y 8. Forjar una colaboración mundial para el desarrollo. (Datos recogidos del propio Banco Mundial, elaborado por Jesús Paúl Gutiérrez).
Gracias a la polvareda levantada por el nombramiento de Soria, al menos nos hemos enterado de las funciones principales del Banco Mundial de Naciones Unidas, desconocidas, pienso, por la mayoría de los habitantes de este país. Pero la primordial cuestión de este artículo es reflexionar sobre el inmenso “ruido mediático” suscitado por la designación del ex ministro canario, que como es bien sabido no ejerce ningún cargo político ni orgánico, pues en su día dimitió y se apartó de la política activa. También es cierto que no está imputado (investigado) por la Justica ni por la Hacienda Pública. No está inhabilitado para cargo público. Su grave error fue el lío que armó cuando apareció los famosos “Papeles de Panamá” y no haber sabido explicar que poseía una sociedad familiar en una zona offshore (Jersey, isla independiente asociada a la Corona Británica) con el objetivo de tener ventajas fiscales. Es cierto que la empresa familiar data de 1990 y en esa época no existía la legislación actual que exige transparencia fiscal en todas las inversiones o negocios, en los llamados “paraísos fiscales”. Pero José Manuel Soria, siendo ministro, y en sus primeras declaraciones lo único que hizo fue aportar “más gasolina al incendio” y cuando se vio acorralado por sus contradicciones, optó por dimitir para no dañar al PP, en plena campaña electoral.
“Desproporcionada la utilización política”
En este aspecto, dejó el cargo electo de Diputado y la presidencia del PP en Canarias. Pero lo que muchos analistas racionales se preguntan es si fue adecuado nombrarlo, a sabiendas que, a pesar de reunir todas las condiciones como alto funcionario del Estado -Técnico de Comercio y Economista-, la designación era “munición real” para los partidos opositores al PP y la “opinión pública” en general. Y, sobre todo, en un momento crucial para la investidura de un gobierno en el Reino de España. Además, en un país donde, en los últimos tiempos, ha crecido el número de “inquisidores” en muchos ámbitos de la vida española y canaria, pues me parece que el Ministro de Economía, Luis de Guindos y el propio Rajoy, tuvieron que estar más atento al tomar la decisión y las consecuencias que ello podría acarrearle a la imagen del Partido Popular. Es cierto que Soria es funcionario público y, posiblemente, su Curriculum Vitae tenga todos méritos para ocupar el alto cargo en el Banco Mundial pero la pregunta es la idoneidad de nombrarlo, en un momento con el “patio político” revuelto y con un gobierno en funciones, desde el 20 de Diciembre de 2015. Ahí estaba el “quid de la cuestión”.
Finalmente, José Manuel Soria presenta su renuncia, a petición del ejecutivo español en funciones, que rectifica su postura por la inmensa polémica desatada, tras su nombramiento. El político canario en un comunicado público expresa su malestar, calificando “desproporcionada la utilización política” y que él no se encuentra actualmente: “ni imputado, ni investigado, ni condenado por ninguna instancia, ni inhabilitado”. Para el Banco Mundial, su designación era totalmente correcta, según el propio Gobierno. Pero la demagogia, en este país, se está convirtiendo en “deporte nacional”. Y tras la “demagogia”, se esconden los “inquisidores” que cada día aumentan en número, para desgracia de este país. Y lo grave de todo es el aumento de la mediocridad y falta de preparación en la clase política. Porque para tomar decisiones, que repercute a mucha gente, no es suficiente ser elegido tras unos comicios electorales. Hace falta algo más…
El general Franco cuando cesaba a un ministro leal pero incómodo, lo “desterraba” a una buena embajada, por un tiempo. Quizás es lo que le espera al ex ministro canario y hoy también ex director ejecutivo del Banco Mundial.