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Liderazgo o cadenas

  • Francisco Pomares
  • Coincidiendo con las vacaciones del presidente Sánchez en Lanzarote, su principal mirmidón en las islas –el ex presidente Torres- aprovechó para traer a Canarias la mejor frase del argumentario estival del PSOE, la que se refiere a la necesidad de elegir entre el liderazgo de progreso de Sánchez o el apoyo a un gobierno encadenado a ese partido de capa caída del que parece que al final se va a ir hasta el apuntador.

     

    Los periódicos aseguran lo que es obvio, que el secretario general del socialismo canario apuesta por seguir avanzando de la mano de un gobierno liderado por Pedro Sánchez y no junto a un Feijóo encadenado a Vox. Y eso es lo que ha pedido muy fervorosamente Torres a Coalición Canaria tras la reunión que mantuvo ayer en Las Palmas con los diputados y senadores del PSOE canario: que elija –Coalición- entre el liderazgo de Sánchez y las cadenas de Feijóo. Parece una mala propuesta de elección en un país que siempre que ha tenido que hacerlo ha elegido las cadenas. Pero eso no tiene porqué saberlo Torres, que prefirió la Literatura a la Historia: su tesis doctoral (inacabada) no versa sobre Fernando VII, sino sobre el dramaturgo, poeta y cuentista uruguayo Horacio Quiroga, que escribió unas estupendas historias de terror.

     

    Alguien que gusta de la literatura, aunque no sepa de cadenas, debería saber que el lenguaje –más aún el lenguaje político- es a veces muy tramposo: al PSOE le ha tenido que oler a cuerno quemado la decisión de Vox de liberar a Feijóo de cualquier compromiso de incorporar ministros ultraderechistas a su Gobierno, o negociar el apoyo de Abascal a cambio de ceder ante sus particulares querencias y obsesiones en materia de género, emigrantes, cambio climático, o símbolos patrios.

     

    Por eso resulta un poco forzado que a esa inesperada posibilidad que ahora tiene el gallego Feijóo de hacer de su capa un sayo si llegara al Gobierno, y de aplicar las políticas que considere convenientes, sin ataduras ni condiciones, el PSOE las califica de cadenas. Y –muy al contrario- al sometimiento de Sánchez a un nuevo gobierno sancho, ahora descuartizado en 24 partidos, y a la necesidad de negociar el apoyo del prófugo Puigdemont a cambio de ceder ante cuestiones como la amnistía, la autorización del referéndum, un concierto fiscal con el Estado como el de los vascos, que la Generalitat sea quien nombre a los jueces en Cataluña, que la selección catalana de fútbol se enfrente a España en las competiciones internacionales, o que la Policía y el Ejercito abandonen Cataluña… a todo eso le llaman liderazgo.

     

    Yo entiendo que es difícil encontrar un discurso adecuado y convincente cuando uno está en una situación tan complicada como la situación en la que está el ex presidente Torres, que es defender en Canarias las consignas del PSOE nacional para justificar lo que –hasta hace unos años- el mismo Torres consideraba injustificable: un Gobierno puzzle, integrado por el PSOE y el partido de diseño de Yolanda Díaz –integrado por más de una veintena de partidos y movimientos y mareas y grupos-, y apoyado en distintos grados de intensidad por independentistas catalanes y los abertzales de Bildu… en fin, que no sé yo si la idea del liderazgo progresista de Sánchez    la compartirían Enrique Casas, Fernando Múgica, Francisco Tomás y Valiente, Ernest Lluch, o Joseba Pagazaurtundua, si levantaran la cabeza.

     

    En fin, que el lenguaje puede ser en política un arma peligrosa y de doble filo: a veces cambian las tornas y tienes que cambiar el discurso. El ex presidente Torres se pasó casi un mes quejándose del acuerdo de perdedores suscrito a los pocos días de las elecciones regionales entre Coalición y el PP, que le privó de la Presidencia, y es verdad que fue un acuerdo de dos partidos perdedores (más los socios gomeros de Torres y el herreño, que ahora toca que vaya por libre) y también es cierto que le sacaron con cajas destempladas del coche oficial. Tiene Torres motivos para quejarse. Pero después llegan las elecciones generales, Sánchez pierde las elecciones –nadie recuerda que perdió por 16 escaños frente al PP- y aquí nadie ha vuelto a criticar que en Canarias se montara un Gobierno de perdedores. Ahora es “un gobierno caro” o “con muchas caras”, pero ya lo de haber perdido ha dejado de tener importancia alguna. Y es que cuando es el PSOE el que pierde, si las cuentas salen, no es un Gobierno de perdedores, es un Gobierno de liderazgo progresista. Sin cadenas de ninguna clase. O sí: la de la cisterna. Que siempre hace falta.

     

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