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Las mascarillas del ‘aizcolari’ Koldo

Francisco Pomares

 

Durante la pandemia, el Gobierno compró por el procedimiento de urgencia y sin publicidad, siete millones de euros de mascarillas y otros materiales sanitarios a una empresa de Koldo García Izaguirre, hombre de confianza del que fue ministro de Fomento primero y de Transportes después, colega del entonces ministro José Luis Ábalos, misteriosamente cesado por Pedro Sánchez en sus puestos políticos y partidarios en la remodelación del Gobierno -y del PSOE- de julio de 2021. El asunto no tiene nada que ver con el primer ‘caso mascarillas’, cuando Sanidad se gastó cuatro millones de euros en tapabocas defectuosos, que fueron destruidos nada más estallar el escándalo. Esta es otra historia distinta, que se produce mediante la adjudicación de un negociado sin publicidad en mayo de 2020, poco después del cese de la consejera de Sanidad Teresa Cruz Oval, cuando Julio Pérez la sustituyó provisionalmente al frente del departamento, y Antonio Olivera era el responsable del Servicio Canario de Salud.

 

La compra se produjo a una empresa que se puso las botas durante la pandemia, vendiendo material sanitario chino a administraciones del PSOE. La empresa en cuestión, Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas, no tenía experiencia previa en la venta de material sanitario (su objeto social era el desarrollo y asesoramiento técnico materia de energía, agua e infraestructuras agrícolas), pero pasó de facturar cero euros a facturar cincuenta y cinco millones a los dos años de iniciada la pandemia. También es cierto –y curioso- que tras el cese de Ábalos, la empresa no volvió a cobrar un euro de dinero público.

 

Koldo García, principal directivo de la empresa, fue detenido ayer junto a su mujer –colocada por Ábalos como secretaria en el Ministerio-, su hermano Joseba, dirigente ugetista, y el presidente del club de Futbol de Zamora, asiduo visitante del Ministerio de Transportes. Koldo es un gigantón muy conocido en los ambientes del partido: adulado por Pedro Sánchez, que admiraba su capacidad para cortar leña más rápido que nadie, y llegó a calificarle de ser el último aizcolari socialista, “un ejemplo para la militancia”, “un titán contra los desahucios” o por el propio Ábalos, quien -ante las críticas del PP por la decisión de nombrarle arbitrariamente consejero en Renfe, un puesto para el que carecía de toda capacitación, le defendió con vehemencia en el Congreso: “este señor al que ustedes desmerecen y al que han llegado a llamar gorila” dijo a los diputados peperos, “ha estado 20 años prestando servicio de escolta en el País Vasco”.

  

Ábalos no mentía. La historia de su segundo Koldo García daría para una novela: su primer trabajo conocido fue como portero del local Rosalex, un puticlub de Pamplona, que vigilaba en sus ratos libres como segurita privado, y que le llevó a convertirse en escolta de cargos públicos del PSOE –entre ellos de Nicolás Redondo- y de concejales de UPN en Navarra. Afiliado al PSOE y a la UGT, y a la plataforma ‘Stop desahucios’, tenía cierta facilidad para embroncarse, y fue condenado en dos ocasiones por lesiones, la primera a más de dos años de prisión, de la que fue indultado por el Gobierno Aznar. La segunda por agredir a un joven porque no le gustaba el lema político de su camiseta: ni siquiera intercambió una palabra con él, pero estuvo a punto de matarle. Le premiaron su don de gentes eligiéndolo como concejal de Huarte, y se hizo íntimo de Santos Cerdán, hoy el tercero del PSOE, el navarro que aupó a Pedro Sánchez a la secretaria general y le acompañó en la reconquista del partido, uno de los hombres más próximos al presidente, su más leal servidor, encargado por Sánchez de los contactos con Bildu para los acuerdos de Navarra y con Puigdemont para la negociación de la amnistía. Cerdán integró a Koldo en tareas logísticas en el grupo de apoyo de Sánchez, donde –también por mediación de su amigo Cerdán- Koldo conoció a Ábalos, del que se hizo inseparable. Fue el único que acompañó al ministro en su encuentro con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, en aquella aventura inexplicable de las maletas que la Guardia Civil impidió se descargaran en Madrid.

 

Dicen de él que es discreto y humilde, y que sólo le pierden el carácter y la avaricia, pero es leal. Con más de veinte presuntos implicados en la trama de corrupción, con compras multimillonarias del propio Ministerio, del de Interior, Adif, Puertos del Estado o Correos, y con contratos firmados por la entonces presidenta de Baleares, hoy de las Cortes –Francina Armengol- y el Gobierno de Canarias, con tres compras por 7,5 millones. con tanta gente en juego, la lealtad de Koldo tiene al sanchismo en ascuas.

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