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La lista más votada

 

Por Francisco Pomares 

 

La nueva portavoz del PP en el Congreso, Dolors Montserrat, presentó ayer una proposición de ley para modificar la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, que pretende establecer la obligación de que en los ayuntamientos gobierne la lista más votada. El PP de Casado, ese señor que encabezaba precisamente una lista menos votada que la de Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias, cree que lo más democrático es dejar gobernar al que gane. La idea -aunque el propio Casado se la pasara por el arco de triunfo cuando le tocaba a él aplicarla- es fácilmente vendible. El que tiene más votos es el preferido por los votantes, parece una verdad incuestionable. Pero no lo es necesariamente. A veces, quien tiene más votos es el más detestado por los votantes que no los votan a él, que pueden ser los más.

 

La cuestión es que no es nada fácil gobernar sin disponer de una mayoría estable y suficiente, como está quedando demostrado en los últimos años. El sistema de que la lista más votada gobierne, si no cuenta con los votos necesarios, ni consigue arbitrar acuerdos de mayorías, provocaría gobiernos absolutamente inestables, dirigidos por alcaldes que no dependerían de esas mayorías. La ley tendría que hacer desaparecer también la posibilidad de mociones de censura en los ayuntamientos, porque si esa opción existiera, se fraguarían continuamente gobiernos alternativos.



El sistema de que gobierne el más votado sólo es posible con elecciones a dos vueltas. Un sistema que tampoco garantiza absolutamente las mayorías, pero que otorga un plus de legitimidad al alcalde elegido, que siempre lo será en segunda vuelta con más del cincuenta por ciento de los votos válidos emitidos, porque sólo son dos los candidatos que se presentan, los dos más votados en la primera vuelta.

 

La cuestión es que Casado ha lanzado ya un par de ideas sobre modificaciones del sistema electoral español, que persiguen garantizar el gobierno del más votado. Una es esta de la elección de los alcaldes más votados en vuelta única, y la otra, añadirle cincuenta diputados a la lista más votada en el Congreso, lo que facilitaría la existencia de mayorías más holgada. Es un mecanismo copiado del sistema electoral griego, y que la derecha de Nueva Democracia incorporó hace años para garantizarse la continuidad en el Gobierno. Sin embargo, el mecanismo se volvió contra ellos, al ganar las elecciones el izquierdista Tsipras, que ha gobernado en dos ocasiones gracias a este sistema de 'bonus' electoral. En verano del pasado año, Tsipras -que ahora aparece como segundo en las todas encuestas- presentó en el Parlamento gringo una propuesta, para que el sistema de 'bonus' desaparezca, y evitar así que sus adversarios de Nueva Democracia pueda aplicárselo.



Y ese es el problema de manosear los sistemas electorales, sobre todo si el objetivo es reforzar mayorías que no existen de hecho. Que cada nueva mayoría puede adaptar el sistema a su conveniencia.

 

Las propuestas del PP de Casado, sin embargo, no parten de la idea de que el PP vaya a seguir siendo el partido más votado en la mayoría de las ciudades de España, como lo fue en las anteriores elecciones. Esa sería una apuesta arriesgada, porque la situación política es hoy muy fluida y resulta difícil hacer pronósticos. Lo que pretende el PP es evitar el síndrome de 'partido apestado' por la corrupción, los escándalos y la inacción. Después de la moción de censura contra Rajoy en el PP saben que son el partido que cuenta con menos posibilidades de articular mayorías. Por esos quieren sortearlas por ley.

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