La factura
Francisco Pomares
El Gobierno de Canarias prevé gastar por la luz consumida en 2022 entre el doble y el triple de lo que consignó para este año. En la información facilitada a los medios, no se explica si se ha consumido más energía de la prevista, o si es solo el aumento disparatado del precio de la energía lo que ha multiplicado el precio de la factura que tienen que pagar los edificios e instalaciones del Gobierno. De momento, se ha aprobado una modificación de crédito por 26 millones y medio de euros más, cuando lo previsto eran 21 millones. Y es que el Gobierno cree que el gasto superará los 51 millones en total, lo que -si se han cumplido las recomendaciones de Transición Ecológica de no consumir más, es decir lo que el Gobierno pide a todos los ciudadanos- significa que el coste de la luz se habría multiplicado al menos por 2,6. Eso no parece posible, porque la energía no ha subido tanto, de lo que se desprende que o en este Gobierno ha trabajado todo el mundo hasta altas horas de la noche –es poco probable-, o a alguien se le ha ido la mano con el aire acondicionado –eso es más probable a pesar de las órdenes, este año ha sido muy caluroso-, o todo el Gobierno deja los cargadores de móviles enchufados todo el tiempo.
Coñas aparte, el Gobierno debería aclarar a que se debe un crecimiento de la factura tan desaforado. Entre otras cosas, porque ese aumento de la facturación debería ser similar al que han experimentado las facturas de los ciudadanos, y parece que el de ellos ha sido bastante más alto. Para evitar que esto se repita, el Gobierno prepara una nueva licitación general del consumo eléctrico para lograr que se ajuste al presupuesto aprobado para el próximo año. A mí me parece una licitación condenada al fracaso, porque las compañías suministradoras no se van a comprometer a un precio fijo, teniendo en cuenta la volatilidad de los precios actuales.
Dicen que uno se acuerda de Santa Bárbara cuando truena, y en esta administración (en realidad en todas, para que nos vamos a engañar) es bastante así: ahora el Gobierno quiere recuperar las normas espartanas aplicadas durante la crisis de 2008, y los proyectos que se plantearon entonces. Cambio de luminarias obsoletas, que pueden llegar a consumir hasta ocho veces más que las basadas en tecnología Led, instalación de paneles solares en las azoteas gubernamentales, planes de ahorro y eficacia energética en los edificios… Eso para empezar. Pero el problema para que esas medidas funcionen es que hay dos edificios de usos múltiples que arrancaron con la Autonomía, y que superan ya los cuarenta años de uso y abuso por la administración. Son los edificios de ‘Usos Múltiples 1’ en las dos capitales canarias, y su estado de conservación es bastante lamentable en todos los sentidos. Para entendernos, cuando fueron ocupados por primera vez ni existía internet, y la preocupación por el consumo energético era un exotismo casi marciano. Ambos inmuebles necesitan de un repensado a fondo, cableados nuevos, modificación del acristalamiento, cosas muy difíciles de hacer si se mantienen ocupados. El Gobierno podría conseguir que el remozado de sus instalaciones le salga prácticamente gratis si tira de fondos europeos, aunque para que Europa se implique, la rehabilitación tiene que suponer al menos un 30 por ciento de ahorro energético. Con el gasto desproporcionado de ahora, el ahorro que supondrá instalar energía solar en las azoteas gubernamentales –por ejemplo- es más rentable, amortiza más rápidamente la inversión, y supone un ahorro efectivo en la emisión de CO2. Tiene esa suerte el Gobierno: a ellos les puede financiar la Unión el cambio de sus instalaciones. A un particular, a pesar de la cacofonía de supuestas ayudas públicas a la generación autónoma de energía eléctrica, el ahorro se pierde en vacuas promesas, costosos proyectos para conseguir los permisos de instalación, y trámites morosos y completamente desincentivadores.
Me alegra mucho que el Gobierno de Canarias haya descubierto que no pueden pagar (eso es un eufemismo, lo pagamos nosotros) dos veces y media de factura de la luz, y me alegro también de que Bruselas les eche una mano para resolverlo. Aunque verán que esto va para muuuuy largo. En cuando a los sufridos consumidores y usuarios de a pie, nos va a tocar esperar al menos hasta la fusión fría. Ánimo, con un poco de suerte no serán más de entre 30 y 50 años de espera. El tiempo necesario para desarrollar la tecnología y para que las petroleras y eléctricas se hagan con ella.