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Inmadurez emocional

Usoa Ibarra

 

Hay unos conceptos sociales nuevos (al menos para mí) que se vienen haciendo un hueco en el proceder de algunas personas cuando terminan una relación amorosa. Me estoy refiriendo al llamado “orbiting” y al “ghosting”. Se trata de dos formas de comportamiento muy ligadas a la inmadurez con las que se afrontan unas relaciones interpersonales basadas en otra idea muy extendida llamada  “lovefast” (o amor de usar y tirar).

 

Llevo unos días pensando en ello desde que una amiga me expuso su situación con un chico con el que comenzó una relación y que a los cuatro meses desapareció de su vida sin dar ninguna explicación. Cuando digo “desaparecer” me refiero no sólo físicamente de tu entorno, sino que no atiende a llamadas o mensajes. Ese actuar como un fantasma es lo que se conoce como “gosthing” y tiene una variante que es romper con alguien con un mensaje de texto o un e-mail.

 

El “descoloque” de esa muchacha a la que la abandonan sin ninguna explicación como si el tiempo transcurrido no hubiera significado nada o no hubiera tenido ningún valor es tremendamente dañina (no sólo para la autoestima, sino para la confianza que debe existir en las relaciones interpersonales en la que se cruzan apetencias o emociones).

 

¿Se imaginan ser despedidos de su trabajo sin ninguna explicación? O ¿Levantarse un día y que la persona con la que convives haya desaparecido sin dejar ningún rastro? La realidad supera a la ficción y ya se generalizan esas “perversas” formas de dar por concluida una historia  (que sobrepasa el rollete o el ligoteo) con otra persona.

 

Indagando un poco más en este tema, me contaron varias situaciones de mujeres veinteañeras que habían sufrido “ghosting” en fechas muy señaladas: el comienzo del verano, la celebración de los carnavales...Es decir, que habían sido “deshechadas” cuando se aproximaban épocas de mayor efervescencia amorosa, ya que quien “deja” prevé que las oportunidades de ligar aumenten en ciertos momentos del calendario.

 

La cuestión es que no se trata de no romper una relación porque uno está motivado en recuperar su soltería por “X” razones (porque la libertad de acción debe primar), sino en no tener la valentía de encarar con quien se ha iniciado un compromiso la ruptura. En una sociedad hipersensibilizada llama la atención este grado de infantilismo a la hora de dar explicaciones en cuestiones sentimentales.

 

Con respecto, al “orbiting” sería otra forma de crueldad psicológica que consiste en terminar una relación, pero dejar la puertas abierta a seguir manteniendo un contacto virtual a través de las redes sociales (dejando un like o un comentario en una foto o en una storie) o lo que viene siendo lo mismo: un seguimiento del otro desde el extraradio.

 

En definitiva, una actitud desconcertante que conlleva un análisis no sólo psicológico y social, sino educativo, especialmente en lo relativo a la educación sexual que no se simplifica en la prevención de enfermedades o embarazos, sino en la necesidad de saber mantener relaciones sanas, satisfactorias y maduras con el otro.

 

 

 

 

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