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Hay margen para rebajar impuestos

 

 

Antonio Salazar

 

 

No ha tardado mucho tiempo en denunciar el actual Gobierno de Canarias que el anterior, dado su inoperancia, dejó un agujero en sanidad que compromete mucho las cuentas públicas. Le responden que están buscando excusas para no acometer el compromiso electoral de rebajar el IGIC. Posiblemente ambos tengan razón.

 

Arthur Laffer es un economista frecuentemente citado -mal- que fue capaz de diseñar una idea muy potente en una servilleta. Sostiene que si hay un impuesto de tipo cero su recaudación será cero pero que si ese mismo impuesto era de tipo 100, también recaudaría cero. Plantea que, dependiendo del punto de la curva donde se encuentre la presión fiscal, una rebaja de impuestos puede provocar incluso una mejora en los ingresos fiscales. Esta es la parte que más se repite de su formulación que pasa por alto lo esencial, el punto de la curva. En todo caso, para que esa rebaja sea sostenible en el tiempo, los gastos deber ser rebajados. Viene este largo exordio para explicar que el Gobierno puede mantener su compromiso de rebaja de impuestos incluso aunque el problema denunciado fuese real. Ha sido razonable casi eliminar el Impuesto de Sucesiones y Donaciones pero, admitámoslo, su impacto de apenas 18 millones en el presupuesto de la comunidad (por encima de los 10.000 millones) es bastante magro.

 

Pero para seguir esa buena senda, hay que llevar el IGIC lo más próximo al tipo con el que fue concebido, un 4%. Ha llegado a casi duplicarse y hay productos y servicios que están muy próximo al tipo que se paga en la península por IVA pese a que nuestro REF nació con la pretensión de tener una fiscalidad indirecta menor. Si al 4% no -no está sometido a debate alguno- sería más que conveniente devolverlo al 5%, revisando también los productos y servicios que se encuentran sometidos al tipo máximo, dado que el mercado del lujo debe ser mimado si se quiere expandir y Canarias reúne las condiciones necesarias para volver a ser el lugar privilegiado en las compras de alto standing. Relojes, perfumes, ropa de marca, gafas…, aquello que nos resulta muy familiar a los que convivimos un tiempo con los Puertos Francos. Es en la imposición donde se puede ganar competitividad pero no oirá nunca a un político incidir en este asunto aunque al tiempo diga que es imprescindible mejorar la calidad del turismo que nos visita.

 

El Gobierno, insistamos, tiene margen para hacerlo. Solo tiene que revisar todo el gasto improductivo que se esconde en esos 10.000 millones de euros y suprimirlo sin miedo porque, aunque crean que pueden levantar ampollas en sectores que se verían perjudicados, aun somos más los que pagamos los impuestos que quienes viven de ellos… aunque no sea por mucho tiempo.

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