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El recurso a la ficción

Francisco Pomares

 

Sánchez ha elegido el camino del desguace: mientras su CIS sigue dándole ganador en el mejor de los escenarios posibles, él parece ser ya consciente de que pintan bastos. Es imposible vivir permanentemente al margen de la realidad, son demasiadas cosas, y la mayoría de ellas tienen que ver con una constante pérdida de credibilidad, después de no haber cumplido ninguna de las promesas que hizo a su electorado y al país. La única forma de evitar centrar el debate público es su comportamiento de tahúr, es sembrarlo todo de porquería: por eso, estos últimos días el presidente del Gobierno ha elegido actuar como un político camorrista y populista, señalando incluso al Constitucional como un instrumento del PP para bloquear la actuación de su Gobierno. Instalado en la cultura del enfrentamiento aprendida de Podemos, Esquerra, Junts y Bildu, Sánchez se erige en campeón de la descalificación, cuestionando el sistema constitucional e incluso la misma esencia de la separación de poderes. Todo para evitar que el debate político se centre en su catálogo de embustes, donde es difícil redactar argumentarios que no suenen a coña. Por eso hay que sepultar en ruido las promesas de 2019: “no dormiría tranquilo si pactara con Iglesias”, “agravaré las penas frente a la sedición”, “no indultaré a quienes han querido romper el Estado”, “perseguiré a corruptos y malversadores”, “ilegalizaré el referéndum” (Alfonso Guerra nos recordaba hace un par de días que si mañana se celebra otro referéndum en Cataluña, con la reforma exprés del Código Penal, si no se producen disturbios, no habrá forma de pedirle cuentas a nadie…) y la que hoy resulta la más surrealista de todas las falsedades sanchistas: “promoveré la independencia judicial”. 

 

El presidente ha fichado –por la friolera de 600.000 pavos- al consultor de comunicación Aleix Sanmartín, que se presenta como principal artífice del éxito de Juanma Moreno en los comicios andaluces del junio pasado. El PSOE contrató la semana pasada a Sanmartín, considerado el profeta en España del marketing negativo, un estilo de comunicación electoral basado en el emporcamiento y la destrucción del contrario, que parece haberse convertido en los últimos meses en la Biblia de Sánchez. Tras la presentación de un liderazgo kennediano, montada de Iván Redondo, Sánchez necesita ahora recetas mucho más radicales. Ya no se trata de ganar sino de hacer que el contrario pierda. Y a eso se van a aplicar Sanmartín y el PSOE en las elecciones locales y regionales. Sánchez necesita sobrevivir a la cita de mayo, para poder tener alguna probabilidad en las legislativas. Y ha comenzado el toque a rebato.

 

El sarao madrileño reclama atención, pero en Canarias también pasan cosas: el martes se aprobaron los cuartos presupuestos de un cuatripartito que presenta como su mayor éxito en concluir la legislatura sin romperse. Torres –fue sanchista antes que fraile- imita a su jefe con filial devoción, y se ha convertido en un experto en darle la vuelta a los hechos, en presentar los errores como aciertos y las derrotas como victorias. Presenta la estabilidad y el equilibrio fiscal –en realidad es desequilibrio a favor del Gobierno- como resultado de una gestión excelente, cuando es sólo fruto de la necesidad que los partidos florales tienen los unos de los otros, y del maná con el que Europa ha regado munificentemente al país, un maná que habrá que devolver más pronto que tarde, y que apenas ha servido para barnizar unos presupuestos presentados como defensa del Estado del Bienestar pero sólo defienden el bienestar del Gobierno y la Administración.

 

La ficción de una sociedad atendida, se nos vende con la inestimable colaboración de los gurús que el PSOE contrata, siempre pagándoles más de lo que les paga el PP. Pasó con Redondo, después con Sanmartín, y aquí en Canarias con los asesores antes al servicio del PP que hoy protegen la venerable espalda de Torres. En la Corte -y aquí en la España tropical-, el modelo que propone Ferraz es exactamente el mismo: si no hay nada bueno que ofrecerle al ciudadano, se inventa, engaña, enfrenta, acusa, polariza. Han descubierto los réditos del conflicto permanente. Y en esa retórica se escudan.

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