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El pisito

Por Álex Solar

 

 

La ambición por poseer un techo es inherente a la especie humana y en el caso de los españoles parece estar firmemente anclada en su ADN. Berlanga lo supo captar bien y reflejó esta obsesión por el ladrillo en dos de sus películas. En El pisito, la codicia llevaba a una pareja en busca de nido a cometer una inmoralidad (un matrimonio de conveniencia con una anciana) y en El Verdugo, otra magnífica sátira contra la miseria del régimen franquista, ocurría algo parecido, pues se sobornaba a un funcionario para que un aspirante a verdugo tuviera derecho a una vivienda.

 

Es cierto que el Ministerio de la Vivienda fue creado por el Generalísimo en 1957 y que fruto de esta gestión España se llenó de cubos de ladrillo y cal que han resistido muy mal el tiempo, aunque en la fachada permanecen todavía el yugo y las flechas. A pocos pasos de mi casa en Alicante, hay un barrio donde para pasar por sus calles hay que esquivar barreras y cintas para evitar que ocurran accidentes a los viandantes a causa de desprendimientos debido al mal estado de las fachadas. Por dentro, las viviendas también acusan el paso del tiempo con goteras y humedades, y la autoridad municipal promete una y otra vez que tomará cartas en el asunto. Aunque por lo visto, ni la antigua alcaldesa popular ni los actuales del cuatripartito han hecho nada por mejorarlo.

 

Un familiar directo ha comprado, con mi ayuda, una vivienda que fue de protección oficial, este año. Como se ha quedado sin empleo, no ha podido disfrutarla y ha tenido que alquilarla. Tal vez Ramón Espinar podría haber hecho lo mismo, no sé. Lo cierto es que prefirió venderla, bien, según se ha sabido. Ningún error, como dice el I-Ching. Yo y Uds. habríamos hecho lo mismo.

En estos días no se habla de otra cosa que del pisito del candidato podemita a la presidencia de los morados de Madrid. Ah, y de la cobra. Por eso, no tengo la intención de aburrirlos más con este tan traído y llevado tema. Lo menciono de paso porque habría que recordar que el Ministerio de la Vivienda lo enterró Zapatero, dejado la cuestión en manos de comunidades autónomas y ayuntamientos (que hacen el asunto más complicado que antes). Y que la construcción de viviendas de protección oficial ha caído mientras que los aspirantes crecen. El precio de la vivienda protegida se mantiene mientras el de la vivienda libre cae. En algunas provincias llegan incluso a superarlas en precio. Una de las soluciones que proponen ciertos economistas y los gobiernos llamados “de cambio” es que se privilegie el alquiler frente a la compraventa.

 

Conozco a más de uno que la adquisición de una VPO ha traído más problemas que ventajas. Espinar hizo bien al vender la suya. No hay error, sino bienaventuranza, que diría el oráculo oriental.

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