Cataluña: resultados de infarto
por Francisco Pomares
Los resultados provisionales de las elecciones regionales catalanas reflejan una Cataluña muy diferente de la de hace unos años. Frente a las pasadas mayorías independentistas, los ciudadanos parecen haber sufrido un cierto desencanto del procés, y el secesionismo catalán se concentra ahora el Junts, mientras el voto de Esquerra huye masivamente hacia el PSC. La movilización de las fuerzas de la derecha también se ha hecho notar con un avance importantísimo del PP, que casi cuadruplica sus resultados, si bien es cierto que el punto de partida era muy bajo. Aún así, el PP es el partido que más crece en Cataluña, no sólo en diputados, también en porcentaje de voto, superando a Vox, que –a pesar de eso- mantiene los mismos diputados que tenía. Tanto Comunes-Sumar como la CUP, las dos fuerzas políticas situadas a la izquierda del PSOE, retroceden significativamente, mientras la extrema derecha racista e independentista de la Aliança logra el apoyo de 116.000 ultraderechistas catalanistas y entra por primera vez en el Parlament con dos diputados.
El nuevo mapa político catalán ofrece varias lecturas, quizá la primera de ellas que el comportamiento electoral responde a las grandes tendencias que observamos en Europa y en el resto de España, manteniendo al tiempo su principal particularidad, que es la división del voto de derechas entre el independentismo de Junts, el catalanismo del PP y las posiciones radicales de Vox. De hecho, a pesar del gran avance del PSC de Illa, la derecha mejora posiciones de forma sustancial, y la extrema derecha crece e invade el espectro nacionalista. De hecho, si la Aliança no se hubiera presentado a estas elecciones con sus propuestas racistas, su voto habría recalado en Junts, que habría duplicado su crecimiento en relación con las pasadas elecciones, y multiplicado su representación política. Porque el trasvase de los votos de Esquerra Republicana –sin duda la gran derrotada de estas elecciones- no ha ido a parar a Junts, como preveían muchas de las encuestas, sino al PSC. Ese fenómeno de concentración del voto de la izquierda en torno a la figura del candidato socialista, ha perjudicado también a Sumar, un partido que revela a cada elección que pasa su esencia de marca blanca o proyecto de laboratorio, e incluso a la CUP.
La segunda lectura de estos resultados es la extraordinaria dificultad que esta melé de partidos tiene para conformar un Gobierno estable. Solo el tripartito de izquierdas, integrado por el PSC, Esquerra y Comunes-Sumar lograría la mayoría absoluta, que en Cataluña es de 68 escaños. Aragonès se puso anoche en valor diciendo que pasa a la oposición, pero la del tripartito es la única opción posible. O eso, o nuevas elecciones, que trasvasarían más voto de Esquerra al PSC. A lo largo del recuento, especialmente hacia el final, el pacto no sumaba, hasta que el PSC logró arrancar un diputado a Junts en Lleida.
Son evidentes las enormes dificultades que ese acuerdo tiene para prosperar: supone el final de la mayoría independentista en las Cortes Catalanas, pero también la dependencia de Illa de Esquerra. Es probable que si el tripartito prospera vivamos una mayor deriva del PSC hacia posiciones separatistas. Otro efecto de ese acuerdo por la izquierda –que dejaría a Puigdemont fuera del Gobierno- es la posibilidad de que Junts decida retirar su apoyo a Sánchez. No es una hipótesis baladí: Puigdemont ya ha anunciado en alguna ocasión que dejaría la política si no ganaba las elecciones. Supongo que entendía por ‘ganar’ convertirse en president de Cataluña, no ser el candidato más votado, algo descartado en todos los sondeos. Pero con Puigdemont desahuciado como president, Sánchez queda aún más sometido al aventurerismo de un personaje que ya ha demostrado que la estabilidad del Gobierno nacional a él se la trae al fresco. Aún así, incluso en el supuesto de que Puigdemont retire su apoyo al Gobierno de Sánchez, el Gobierno se sostendría sin problemas hasta los presupuestos del 2025, que –si se mantiene el patio actual- es posible que no lleguen a aprobarse. Mala noticia para la Agenda.
Y luego están las especulaciones, como la que soltó Aragonés planteando que Sánchez pacte un acuerdo con Junts. Personalmente me parece una especulación sin sentido, aunque en este país ya hasta lo más absurdo puede pasar. Pero haya serenidad: Puigdemont no aceptaría nunca ser segundo en esa ecuación del poder, y el PSC jamás entregaría la presidencia catalana para garantizar el Gobierno de España. No llevan la solidaridad en el Adn. Si las cosas se complican y Esquerra o los Comunes se ponen pendencieros, yo creo que habrá nuevas elecciones: aunque es dudoso que eso interese a Esquerra o los Comunes. La política catalana, como la española, concentra fuerzas en los partidos con más posibilidades.
Parece idiota que Esquerra quiera repetir para perder aún más.