Cacería y nervios
Francisco Pomares
Asombrosamente, el mediador parece haber alcanzado su objetivo: ha logrado bichar la confianza del PSOE en los suyos, y además ha conseguido que Ferraz se convierta en el mejor administrador de su estrategia de mentiras. Me pregunto qué delito han cometido los diputados y diputadas del PSOE por ir a una (o varias) cenas, invitados por su entonces colega el Tito. O Airán Puerta por aparecer (él, o alguien que se le parece bastante) al lado de una joven envuelta en una toalla. ¿Nos estamos volviendo locos? ¿El PSOE va a fusilar al amanecer a cualquier persona sospechosa de compadrear con su ex diputado? Pues debería empezar por el propio Pedro Sánchez, del que han aparecido fotos y videos de campaña con el (literalmente) interfecto. ¿Este PSOE iracundo y justiciero va a echar a un militante por pasar una noche en compañía femenina? ¿Es que a partir de ahora cualquier mujer presuntamente desnuda en una foto va a ser considerada preventivamente de alquiler?
El PSOE vive un ataque de nervios indigerible: los delitos por los que se juzga a los integrantes de la trama Mediador son delitos vinculados con la corrupción y el tráfico de influencias, no con irse a cenar, tropezarse en una esquina con un tipo que luego resulta ser un delincuente, esnifarse unas rayas o ser un putero. En España ninguna de esas cosas es de momento delito. La izquierda española apostó por una bienintencionada abolición de la prostitución, hasta que las señoras implicadas amenazaron en los medios con revelar los nombres de sus clientes de postín, Señorías dadas al regocijo de pago. Entonces se paró en seco el asunto. Y aquí seguimos instalados en una hipócrita doble moral, que permite expulsar a alguien de un partido porque un delincuente dice que lo conoce.
En fin: la moral pública debería basarse en la defensa de lo público, la honradez práctica y la coherencia en las ideas, y no en los conceptos de moral o decencia como antagonistas del pecado, una herencia del catolicismo tradicional. Debería preocuparnos que un ministro, una diputada o un concejal nos robe, abuse de su poder o haga trampas para seguir mandando, no qué droga es la que tome para relajarse o cuales sean sus preferencias a la hora de dar lustre a sus genitales. Pero no nos engañemos: lo que tiene al PSOE dispuesto a iniciar una cacería no es que alguno de sus cargos públicos se haya engolfado (en cualquiera de las acepciones de engolfarse), sino el impacto electoral del culebrón del Mediador. Estamos aún en la España del esperpento, donde un sinvergüenza convicto es paseado bajo palio por los platós como si fuera Premio Nobel, y los partidos se tiran unos a otros la porquería, con el “pues tú más” como mejor argumento.
Esta cacería intimidante contra todo y contra todos, estas sanciones ejemplares y ejemplarizantes de las que el PSOE presume, pero realiza forzado por la histeria y la locura de los tiempos, son tan miserables como el vil proceder del Mediador, antes y después de haberse entregado al show celtibérico, a la farándula catódica y a la exaltación de la falsedad y la delación. Mientras Navarro Tacoronte se divierte largando, el PSOE sufre un ataque de nervios que contagia a sospechosos e inocentes, y que está transformando a personas sensatas en vociferantes energúmenos -y energúmenas-. El martes fue la portavoz del grupo Parlamentario, la diputada Nayra Alemán, afirmando que no cree en las casualidades, y que el devenir del caso ha sido retrasado (por la Policía que lo investiga o quizá la jueza que lo juzga) para influir en las elecciones. Terrible. El miércoles, fue el propio Torres, completamente descompuesto, cual remedo del demonio de Tasmania, insultando sin prejuicios a la única diputada que le puso en apuros. Y ayer fue Nira Fierro, presidenta del grupo parlamentario, gritando completamente desaforada en la tribuna, en una demostración de lo bajo que puede caer el discurso de un diputado (o diputada) cuando se siente en peligro.
Cacería y nervios, gritos e insultos, y una absoluta falta de humildad, que no acepta ni siquiera discutir de la existencia de responsabilidades políticas. Mejor desviar la atención a la falta de carácter o la bragueta de los demás, pasar cuchilla y negar lo que ya es una obviedad: en el PSOE lo sabían desde hace más de un año, y por eso cesaron a Taishet, porque un periodista le pasó a un político majorero el video-bacanal de la coca y las barrigas que ya estaba en el sumario. No cesaron a Tito Berni porque no era competencia del Gobierno regional. Y el asunto se olvidó, y fue un alivio para todos. Hasta que la jueza dio la señal y cogió a Taishet (ya amnistiado por el olvido) preparando la campaña de Antigua, a Tito Berni mismamente en cueros frente a su partido, y al general contando billetes. Tres días después el mediador se puso a cantar, y empezaron los nervios.