Avenida Marítima, rectificar es de sabios
Por Antonio Coll
Si bien es cierto que la sabiduría no abunda en el Ayuntamiento de Arrecife, el cambio de posicionamiento por parte de CC y PIL, socios del grupo de gobierno municipal, ahora a favor de aprobar la apertura de la Avenida Marítima, en una sola dirección de Sur a Norte, es aplaudida por muchos sectores de la sociedad civil de Arrecife y Lanzarote, incluida la Cámara de Comercio. En este panorama, y con un grupo de gobierno dividido, hay que añadir la solicitud del PP (5), con los apoyos de C,s (2) y Vecinos Unidos (1) , de un pleno extraordinario para conseguir la aprobación de la apertura al tráfico en general de dicha avenida, será suficiente para el repliegue obligado de los concejales socialistas y la misma alcaldesa, porque hay que tener en cuenta que, en total, sumarían 14 votos, mayoría suficiente para el visto bueno de dicha apertura. La propuesta del PSOE de solo permitir el tráfico de vehículos públicos, residentes y cargas de descargas, quedará sepultado por falta de apoyos. La alcaldesa y su concejala de Movilidad y Tráfico, exponen su defensa en la mal llamada “semipeatonalización” , basándose en un informe técnico que después de leerlo, concluyo que es muy debatible y el propio funcionario así lo explicita en el mismo texto. Ya, en otra entrega, expuse mis razonamientos de abrir la avenida en dos direcciones, con velocidad restringida a 20 Km/h., pero comprobando que hay una alternativa óptima en el entorno, con las calles Canalejas y Manolo Millares (antigua José Antonio), me inclino ahora por la propuesta de una sola dirección.
Me parece una incongruencia de la Alcaldía de llevar a cabo su propuesta y, a la misma vez, convocar una consulta, sin fijar fecha. No tiene sentido y me huele más a una estrategia partidista para conseguir sus propósitos y que el tiempo desplace la polémica suscitada. Por otro lado, si después de la consulta gana la opción de Norte a Sur para todo el tráfico, los costes serían mayores. Ahora es el momento de la toma de decisiones. No obstante, antes de quince días, con la celebración del Pleno extraordinario y anticipado ya el veredicto, basándome en las manifestaciones de las formaciones políticas –CC-PIL-PP-C,s y VU- , la opción del tráfico rodado de Sur a Norte, será una realidad. Ellos son los representantes de la gente y actúan con las reglas institucionales del funcionamiento democrático.
Aspirar que Arrecife sea una ciudad ideal me parece una actitud inteligente. Luchar para disminuir el tráfico rodado, los ruidos y la propia contaminación, son objetivos que todos los gobernantes deberían priorizar, pero para consolidar esos objetivos, hay que construir las infraestructuras necesarias, con mucha visión de futuro. Porque, en principio, rediseñar una ciudad como Arrecife, mal planteada, conlleva muchos problemas. Nunca los dirigentes tuvieron en cuenta el aumento demográfico y, por otro lado, los planes de ordenación urbanística quedan obsoletos y se tarda una “eternidad” en aprobar uno nuevo, como está ocurriendo en la tercera capital de Canarias. El plan vigente, con algunas modificaciones acertadas, en tiempo de la alcaldesa María Isabel Déniz y Nuria Cabrera, data de los años noventa. En el 2007 se tumbó el nuevo plan y ahora se está a la espera de la aprobación inicial de un plan supletorio que no da respuestas a todos los problemas de la ciudad. Aún así, se teme que no se apruebe. Este es el verdadero problema de Arrecife. El enclave geográfico de Arrecife tiene un potencial enorme turístico y comercial, pero no se ha sabido explotarlo con sensatez y pragmatismo. Ahora, de la noche a la mañana, no se puede tomar decisiones precipitadas, por muchos adornos que inserte el técnico de turno en los informes, solicitados por la Alcaldía y sus asesores. Todos queremos una ciudad ideal, pero a veces un exceso de idealismo ciega la realidad y como dice el refrán: “Es peor el remedio que la enfermedad”
El no contemplarse, hace décadas, la evolución de Arrecife, ahora pagamos las consecuencias. Por eso, aspirar y reclamar vivir en una ciudad más digna, se ha dar los pasos oportunos, pero sin precipitaciones ni ambigüedades.