Quemar contenedores, deporte insular
Lo de quemar contenedores en Lanzarote se ha convertido en una suerte de disciplina deportiva. Da la impresión de que quienes la practican, porque habrá algunos casos de incendios fortuitos, pero está claro que hay quienes no tiene otra cosa que hacer que salir a quemar cosas, quieren ganar algún tipo de récord. No se trata solo del costo que esto supone a las arcas públicas, que es mucho, cada contenedor cuesta entre 1.100 y 1.400 euros, sumen ustedes lo que le sale a cada municipio su reposición cada vez que estos simpáticos pirómanos los reducen a cenizas. Es que, además, la quema de estos contenedores está afectando, día sí y día también, a vehículos, farolas, árboles o viviendas cercanas.
Miedo a los pirómanos
Ya se puede ver cuando paseas por la isla como los conductores dejan un hueco entre su vehículo y los contenedores más cercanos, da igual que se tengan que pasar una hora dando vueltas para aparcar, el ahorro de tiempo no merece la pena el riesgo. Muchos vecinos no quieren los contenedores cerca de su vivienda, por si acaso. La situación es preocupante y exige una salida. Algunos expertos en seguridad ya han señalado las cámaras de vigilancia urbanas que, así como funcionan con el tráfico, controlen ciertos delitos que se producen en las ciudades. Esta iniciativa es aplaudida por muchos que señalan que quién nada malo hace, nada tiene que temer, y denostada por quienes la consideran una suerte de Gran Hermano vigilante. Sea como sea, la quema no cesa y la población ya se está empezando a cansar de tener miedo y exigen soluciones reales.