Islote de la Fermina: ya era hora
El Cabildo de Lanzarote anunciaba por fin a mediados de julio la esperada firma entre la propia Corporación, el Ayuntamiento de Arrecife y los Centros Turísticos del convenio regulador de la gestión y el funcionamiento del Islote de la Fermina, uno de los últimos requisitos administrativos necesarios para su apertura. Sin duda es una buena noticia que los lanzaroteños llevábamos esperando mucho tiempo. Demasiado. Hubiera sido mucho mejor si se hubiera firmado mucho antes y si, en estos días de verano, la población ya hubiera podido estar disfrutando de unas instalaciones que realmente estaban disponibles para usarse desde hace tres años. De hecho, cuando finalizó la anterior legislatura en la que gobernaba Coalición Canaria en el Cabildo, el Islote estaba prácticamente listo, a falta de algunos retoques. Sin duda este caso demuestra la pachorra con la que los políticos y responsables públicos se toman las cosas de todos. Desde el Cabildo se alega que era un problema en Intervención, quién ponía una serie de pegas a ese convenio regulador de la explotación que ya previamente había firmado el Ayuntamiento de Arrecife y posteriormente los Centros Turísticos. Sea como fuere no hay excusas para justificar tanta tardanza en el caso de un espacio público en el que el Gobierno de Canarias se ha gastado más de 8 millones de euros, en dos intervenciones, la primera ella frustrada por el abandono y la desidia.
Recuperar un espacio de todos
Cierto es, y no lo ponemos en duda, que el parón de la pandemia del Covid hizo que se perdiera casi un año completo, pero, una vez superados los peores momentos, las instalaciones tendrían que haberse abierto al público. Lo cierto, y lo que más miedo da, es que aún no hay fecha concreta de apertura, pero el hecho de que ya esté en manos del consejero delegado de los CACTs, Benjamín Perdomo, nos hace tener la esperanza de que en septiembre se abra al público de manera oficial. El citado convenio, firmado a tres partes, supone que Cabildo y Centros se hacen cargo del 40% de su explotación cada uno y el Ayuntamiento de Arrecife del 20%, tanto de sus pérdidas como de sus ganancias. Pero lo mejor de todo es que Arrecife recupera un espacio único y emblemático que nadie entiende muy bien cómo es posible que haya pasado tanto tiempo cerrado, un lugar idílico que César tuvo la idea de usar como espacio de ocio, y que lleva décadas abandonado. Ojalá este sea el último trasmallo que tenemos que hacer sobre este tema y pronto podamos todos disfrutarlo. Sobre todo, creemos que el Cabildo de Lanzarote tiene que ponerle todo el cariño y mimo para que ese espacio funcione, para que no sea un rémora para las arcas de los Centros Turísticos. Con imaginación y ganas se puede conseguir. Sería un fracaso colectivo que no se supiera sacar rédito a ese espacio único en Canarias, un Islote a tan pocos metros de la ciudad que, a la vez, la separa y la une por un puente. A muchas ciudades les gustaría tener este enclave.