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4 millones tirados en mascarillas

 

Mucho está dando que hablar la investigación que está realizado el fiscal Anticorrupción y la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales de la Policía Judicial por presunta estafa en la adquisición de un millón de mascarillas por parte del Gobierno de Canarias. Es un asunto espinoso ya que, en mayo de 2020, en plena pandemia, se contrató a dedo a la empresa de exportación e importación de coches, RR7, para la adquisición de un millón de mascarillas por la friolera cifra de 4 millones de euros. Mascarillas que nunca llegaron y las que llegaron se destruyeron por ser falsificadas. Tanto esa empresa canaria, como el proveedor egipcio, y el propio Gobierno de Canarias están siendo investigados por diversos delitos. Lo cierto es que más allá de las responsabilidades que la Justicia finalmente determine o no, resulta muy llamativo el silencio de una gran parte de los medios más proclives a denunciar los pufos que se viven en estas islas, que ya se sabe que siempre son del PP o de CC. Prácticamente nada o muy poco han dicho esos prohombres del periodismo canario con respeto a una de las estafas de dinero público más grave de las últimas décadas, sólo superada, posiblemente, por el caso de Las Teresitas. ¿Guardan un prudente silencio o simplemente, como está implicado un gobierno de izquierdas, se le quita hierro al asunto y se pasa de puntillas, cuando no se defiende la teoría de que simplemente el Servicio Canario de Salud fue ingenuamente engañado? No muy distinto, por cierto, a lo que dice en su defensa el alcalde de Madrid.

 

 

Presunción de inocencia

 

Resulta más llamativo cuando esos medios o periodistas que van por ahí regalando carnés de la moralidad han hecho tanta leña de lo ocurrido en Madrid, tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento, con la adquisición de mascarillas, y que también investiga la Justicia, con buen criterio. Nos alegra que en este caso del “pufo” de las mascarillas en Canarias estos buenos periodistas hayan sido tan exquisitos y se abonen a la posibilidad, de que más allá de los errores de control que se cometieron desde el Gobierno de Canarias, presidido por un socialista, todo sea un asunto de mala suerte en donde el Servicio Canario de Salud fue simplemente engañado, una víctima de unos ambiciosos comisionistas aprovechando la desesperación de aquellos días tan aciagos donde morían decenas de personas en las islas ¿Pero no merece si quiera una editorial que se hayan tirado 4 millones de euros a la basura de dinero público, que difícilmente se podrán recuperar? ¿Siquiera un comentario exigiendo responsabilidades por haber malversado el dinero de todos los canarios?  Simplemente da ‘asquillo’ ver tanto sectarismo y desvergüenza, comprobar que a estos vendedores de baratijas andalusís nunca les ha importado realmente la corrupción, ‘que haberla hayla’, sino sólo la corrupción de sus enemigos. ¿Qué hubieran estado diciendo estos prohombres del periodismo canario si en lugar del bueno Ángel Víctor hubiera sido el “estafado” un gobierno de Fernando Clavijo? Cómo mínimo merecería una hoguera en la plaza de la Catedral de Santa Ana. Por cierto, felicitar a Canarias 7 y a su periodista Fran Fajardo, por hacer un fiel seguimiento diario del caso de las mascarillas fantasmas.

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