PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Un viaje al corazón aborigen de Gran Canaria

 

Risco Caído y las Montañas Sagradas, desde este verano Patrimonio Mundial de la Unesco y desde 2017 Bien de Interés Cultura, merecen una visita

 

  • Lancelot Digital
  •  

    Este mes queremos acercarnos con Binter y Viajes Timanfaya (www.viajestimanfaya.com) a la vecina isla de Gran Canaria para conocer una zona muy especial: El Risco Caído, un yacimiento arqueológico de la cultura prehispánica de la isla redonda. Situado en los municipios Artenara, Tejeda, Galdar y Agaete, es Bien de Interés Cultural desde 2017​ y Patrimonio Mundial de la UNESCO desde el 7 de julio de 2019, engloba una zona de 18000 hectáreas, denominada "Paisaje Cultural del Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria", que abarca los municipios de Artenara, Tejeda, Gáldar y Agaete. Se trata del primer bien Patrimonio Mundial de la isla de Gran Canaria y de la provincia de Las Palmas y el quinto del archipiélago canario.

     

    El centro montañoso de Gran Canaria, extraordinario en su geomorfología y biogeografía, es también extraordinario por el hecho de que dos culturas, radicalmente diferentes, lo han ocupado sin solución de continuidad a lo largo de más de 1.500 años. A una ocupación prehispánica por poblaciones procedentes de la órbita cultural amazihg (bereber) del norte de África que probablemente llegan a Gran Canaria en torno al cambio de era, le sucede tras la conquista castellana de la isla a finales de siglo XV una civilización europea en los albores de la Edad Moderna. De ambas es heredera la sociedad canaria actual.

     

    Y ambas evolucionaron en este espacio; cada una lo dotó de nuevos elementos que lo enriquecieron. Muchos comportamientos culturales prehispánicos fueron heredados por los europeos, otros abandonados. Y entre estos destaca muy especialmente la dimensión sagrada con la que sin lugar a dudas la población preeuropea dotó a las montañas del centro de Gran Canaria.

     

    Montañas sagradas de Gran Canaria

     

    Risco Caído. En la margen izquierda del curso bajo de Barranco Hondo, a unos 100 metros de altura con respecto al cauce, se encuentra este antiguo poblado troglodita, en un entorno muy rico en vestigios paleontológicos. El asentamiento está formado por un total de 21 cuevas excavadas en la toba volcánica situadas en lo alto de un escarpado acantilado que forma un saliente sobre la margen izquierda de Barranco Hondo, entre los barranquillos del Parral y el de Los Linderos. Conocido también como Risco Maldito, este antiguo poblado se encuentra abandonado desde mediados del siglo XX, una muestra más de la pervivencia en tiempos recientes de formas de vidas de herencia prehispánica.

     

    Sierra del Bentayga-Cuevas del Rey. De todo el complejo troglodita destaca el excavado en la cara norte, la más escarpada e inexpugnable. Las cuevas se distribuyen en cinco niveles o andenes comunicados entre sí por estrechos senderos y escaleras que también fueron labradas en la roca. Sorprende la perfección y laboriosidad alcanzada en la excavación de estas cuevas, con un perfecto labrado de sus paredes, techos y pisos, con plantas cruciformes, rec­tangulares o de tendencia cuadrada, con dependencias laterales.

     

    Risco Chapín-Cuevas del Caballero. Está conformado por un total de siete cuevas artificiales excavadas. Las cuevas están orientadas hacia el sur y hacia el interior de la Caldera de Tejeda. Tres de ellas presentan plantas irregulares, pero no así las restantes, donde el trabajo interior de labrado ha permitido que techos, paredes y suelos presenten planos rectos sin apenas protuberan­cias.

     

    El Hornillo. Situado en la carretera de Fagajesto a Barranco Hondo, colgado en el risco sobre el valle de Agaete, está este singular caserío donde todavía pueden encontrarse vestigios del pasado, pues posee uno de los núcleos de cuevas y terrazas colgadas habitadas que mejor estado de conservación presentan. Se trata de un conjunto formado por cuevas natura­les y artificiales, distribuidas en varios niveles o andenes superpuestos, algunas de ellas inaccesibles, que son las que se encuentran menos transformadas por la reutilización continuada de este espacio como un poblado.

     

    Roque Nublo. Este elemento natural de gran singularidad y re­presentatividad en el paisaje de la isla, forma parte de los restos de materiales volcánicos antiguos que conformaron el edificio central de la isla en los que los intensos procesos erosivos posteriores han modelado en esta peculiar expresión geológica. Como valor añadido se destaca que constituye un hito del territorio cargado de simbolismo para la población de la isla y del legado de los antiguos canarios.

     

    Sierra del Bentayga-Roque Bentayga. Se erige como epicentro de la Caldera de Tejeda y alberga uno de los ejemplos más excepcionales de los poblados fortaleza la población preeuropea, con más de cien cuevas naturales y artificiales que tuvieron múltiples usos: viviendas, graneros y enterramientos. Destaca la presencia del almogarén o santuario del Bentayga, un importante lugar sagrado para aquellos pobladores que funcionaba como marcador equinoccial, indicando cuándo habían llegado el otoño y la primavera.

     

    Risco Chapín-Cueva de los Candiles

     

    Los espectaculares acantilados que se desarrollan al pie de la montaña de Artenara, en el municipio de Tejeda, constituyen el espacio donde fue excavado un excepcional conjunto de cuevas rupestres con claros alinea­mientos hacia el Roque Bentayga y de marcado carácter simbólico y ceremonial. En esta reducida superficie se encuentra el mayor conjunto de grabados de triángulos púbicos conocidos y una enorme profusión de cazoletas y bajorrelieves. Este complejo troglodita en su conjunto presenta un marcado carácter ritual y ceremonial, configurándose como uno de los principales santuarios de montaña de los antiguos canarios y que nos permite intuir imaginario religioso de la antigua población canaria, centrado al menos en parte en cultos y rituales relacionados con la fertilidad.

     

    Mesa de Acusa. Acoge uno de los mayores y espectaculares enclaves trogloditas de los aborígenes. Este llamativo asentamiento bordea los escarpes de la gran llanura fértil en la que culmina la meseta. Los poblados se excavaban en lugares estratégicos pero preferentemente en la base de los escarpes. Los gra­eros colectivos ocupan las partes más inaccesibles del acantilado, y algunos eran ciertamente inexpugnables, como el del Álamo, el más fortificado de los que se han conservado en Gran Canaria.

     

    Barranco Hondo. Constituye uno de los mayores asenta­mientos trogloditas de la isla de Gran Canaria. La huella de la presencia humana es absolutamente perceptible desde su cabecera, en la Montaña de Los Moriscos y a lo largo de todo su cauce. Cuevas viviendas, estaques, alpendres y bancales artificiales para el cultivo de cereales, hortalizas y algunos frutales, conforman el paisaje dominante. Hoy casi despoblado, Barranco Hondo fue hasta mediados del siglo XX, uno de los más importantes asentamientos trogloditas habitados de las tierras altas de la Isla.

     

    Tamadaba-Tirma. Contiene masas forestales de bosque autóctono de pinar canario que mantienen, casi en toda su extensión, la características primigenias de este bosque emblemático para los aborígenes, donde sobrevive el pino canario con el mismo esplendor que el período antiguo. Incluye igualmente en su borde norte el asentamiento troglo­dita de Visvique, que preside desde las alturas las rutas sagradas hacia las montañas.