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El polvo sahariano aumenta el riesgo de mortalidad de los pacientes cardíacos

Procede del norte de África, desde donde es transportado hacia el Atlántico, pasando por Canarias y Cabo Verde, y en ocasiones llega al continente y afecta a España, Italia o Grecia

 

  • Lancelot Digital
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    La exposición al polvo del Sahara aumenta el riesgo de mortalidad en los pacientes que tienen alguna insuficiencia cardíaca, según han comprobado investigadores del CSIC y del Hospital Universitario de Canarias.

     

    Los investigadores han establecido un vínculo entre los episodios de polvo sahariano con una mayor mortalidad intrahospitalaria entre los pacientes con cardiopatías, ha informado este lunes el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

     

    La contaminación del aire es un grave problema de salud que causa, según la Organización Mundial de la Salud, unos tres millones de muertes cada año, principalmente en las grandes ciudades, donde la población está expuesta a las emisiones de los automóviles y la industria.

     

    Sin embargo, hay regiones, como las del norte de África, en las que la mala calidad del aire no se debe solo a las emisiones de los coches e industriales, sino también al polvo del desierto, han recordado el CSIC.

     

    El trabajo que han realizado los investigadores del CSIC y del Hospital Universitario de Canarias ha demostrado que la exposición a concentraciones elevadas de polvo desértico en el aire empeora el pronóstico de los pacientes ingresados por insuficiencia cardíaca.

     

    Las conclusiones del estudio se han publicado en la revista Journal of Clinical Medicine.

     

    “El estudio supone un avance en la identificación de los mecanismos pato-fisiológicos por los que la exposición al polvo desértico constituye un factor precipitante de ingreso por insuficiencia cardíaca y que por ende puede favorecer la muerte intrahospitalaria en estos pacientes”, ha explicado el investigador del CSIC Sergio Rodríguez, de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA).

     

    El científico ha coliderado el estudio junto al doctor Alberto Domínguez Rodríguez, del Hospital Universitario de Canarias.

     

    El polvo del desierto procede especialmente del norte de África, desde donde es transportado hacia el Atlántico, pasando por Canarias y Cabo Verde, y en ocasiones llega al continente y afecta a España, Italia o Grecia, aunque en el caso español Canarias es la región que recibe los mayores impactos del polvo desértico.

     

    En este estudio clínico, realizado en Tenerife, han participado 829 pacientes que fueron ingresados en el Hospital Universitario de Canarias durante el periodo de estudio comprendido entre 2014 y 2017, con el diagnóstico de insuficiencia cardíaca.

     

    A todos los pacientes se les tomaron datos sobre factores de riesgo cardiovascular, historia clínica, bioquímica, factores precipitantes de insuficiencia cardíaca, datos del tratamiento intrahospitalario y las concentraciones de partículas en suspensión en el aire ambiente a las que habían estado expuestos.

     

    “El análisis estadístico demostró que la única variable que diferencia al grupo de pacientes que falleció del grupo de pacientes que sobrevivió fue la exposición a concentraciones elevadas de polvo del Sahara”, ha explicado Rodríguez.

     

    El 6 por ciento de los pacientes ingresados con insuficiencia cardíaca durante este estudio murió (la media de fallecimientos por insuficiencia cardíaca en España es del 9%), y de estos fallecidos el 86 por ciento habían estado expuesto a concentraciones altas del polvo sahariano, que llega transportado por el viento durante los denominados episodios de calima.

     

    El polvo desértico inhalado del aire ambiente penetra en las vías respiratorias, ha recordado el CSIC en una nota de prensa, y ha precisado que la insuficiencia cardíaca afecta especialmente a personas mayores de 60 años y tiene como síntomas la sensación de falta de aire, el cansancio y dificultad para respirar tumbado, además de que el corazón presenta dificultades para bombear sangre.

     

     

    Este estudio ha sido realizado por un equipo multidisciplinar de cardiólogos, bioquímicos y físicos de la atmósfera, bajo el liderazgo del CSIC y el Hospital Universitario de Canarias, y en el mismo han intervenido además expertos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), la Universidad de La Laguna, la Universidad de Oviedo y el Centro de Supercomputación de Barcelona.